Una sana doctrina se adhiere firmemente a las doctrinas fundamentales de las Sagradas Escrituras tales como:
1. La Inspiración de las Sagradas Escrituras: 2 Timoteo 3:15-17 / 2 Pedro 1:19-21
2. La Adorable Deidad en Tres Personas: Padre, Hijo, Espíritu Santo: Mateo 3:16, 17; 17:1-5; 28:19 / Génesis 1:26; 3:22; 11:7 / Juan 14:16-23; 16:32; 17:5, 24, 26; 18:5, 6 / 2 Pedro 1:17, 18 / 1 Juan 5:7 / Apocalipsis 5
3. La Salvación por la fe en Cristo: Romanos 10:13 / Tito 2:11 / Lucas 24:47 / Tito 3:5-7 / Juan 3:16
4. El Nuevo Nacimiento: Juan 3:36 / 1 Pedro 1:23 / 1 Juan 3:9
5. La Justificación por la Fe: Romanos 5:1 / Tito 3:7
6. El Bautismo en Agua por Inmersión, según lo ordenado por Cristo: Mateo 28:19 / Hechos 8:36-39
7. El Bautismo en el Espíritu Santo, subsecuente a la salvación: Hechos 1:4, 8; 2:4 / Lucas 24:49
8. La Sanidad Divina: Isaías 53:4 / Mateo 8:16, 17 / Marcos 16:18 / Santiago 5:14, 15
9. Los Dones del Espíritu Santo: 1 Corintios 12:1-11
10. Los Frutos del Espíritu Santo: Gálatas 5:22-26
11. La Santificación: Hebreos 12: 14 / 1 Pedro 1:15, 16 / 1 Tesalonicenses 4:3; 5:23 / 1 Juan 2:6
12. El ministerio y la Evangelización: Marcos 16:15-20 / Romanos 10:15
13. El Diezmo y el Sostenimiento de la Obra: Génesis 14:20; 28:22 / Mateo 24:14
14. El Levantamiento de la Iglesia: 1 Tesalonicenses 4:16, 17 / Romanos 8:23 / 1 Corintios 15:51-52
15. La Segunda Venida de Cristo: 2 Tesalonicenses 1:7 / Tito 2:13 / Zacarías 14:1-9 / Judas 14, 15 / Mateo 24:30-31
16. El Reino Milenial: Apocalipsis 19:20; 20:3-10 / Isaías 2:1-4; 11:5-10 / Zacarías 9:10
17. Cielos Nuevos y Tierra Nueva: 2 Pedro 3:13 / Apocalipsis 21:1 / Isaías 65:17; 66:22
miércoles, 25 de noviembre de 2009
SISTEMA DOCTRINAL
I. MORAL
Nuestra moral se sustenta en las más altas normas y principios cristianos, éticos, de respeto, rectitud, honestidad y humildad, dados por Dios para su pueblo.
II. DOCTRINA
Nuestra doctrina es Cristo céntrica y basada en la Biblia; no fusionada con tradiciones y enseñanzas humanas, sino fundamentada en las enseñanzas más puras de la Palabra de Dios; la autoridad más confiable que fue tomada de los manuscritos originales. Las Sagradas Escrituras contienen 66 libros, los cuales no son de interpretación privada, porque los santos hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
(2 Timoteo 3:15-17; 2 Pedro 1:20-21).
Nuestra moral se sustenta en las más altas normas y principios cristianos, éticos, de respeto, rectitud, honestidad y humildad, dados por Dios para su pueblo.
II. DOCTRINA
Nuestra doctrina es Cristo céntrica y basada en la Biblia; no fusionada con tradiciones y enseñanzas humanas, sino fundamentada en las enseñanzas más puras de la Palabra de Dios; la autoridad más confiable que fue tomada de los manuscritos originales. Las Sagradas Escrituras contienen 66 libros, los cuales no son de interpretación privada, porque los santos hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
(2 Timoteo 3:15-17; 2 Pedro 1:20-21).
¿ QUÉ NO ES UNA SANA DOCTRINA ?
l Es todo esto que ha sido mencionado, y a la vez NO ES un ministerio disgregado y personalista, donde cada cual levanta su propia imagen, su propio ministerio e intereses personales; sino que es un ministerio integrado por hombres y mujeres de Dios inspirados por un acrisolado espíritu de fe y sacrificio, con un propósito múltiple y común entre todos en bien de la salvación de las almas, “hasta que Cristo sea formado” en cada vida (Gálatas 4:19); y luego, “para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la plenitud de Cristo”. Efesios 4:12, 13.
¿ QUÉ ES UNA SANA DOCTRINA ?
Es un movimiento continuo de esfuerzo y de proyección mundial, también es un ministerio evangelístico, dedicado a producir y publicar literatura cristiana; es un ministerio para fundar nuevas congregaciones y edificar capillas y templos; es un ministerio de oración, ayuno y búsqueda del rostro de Dios; es un ministerio de enseñanza bíblica, sana doctrina y sujeción a la Santa Palabra de Dios; es un ministerio de capacitación de obreros cristianos y de consejería ministerial; es un ministerio de disciplina, conducta moral, dignidad cristiana y ministerial; es un ministerio de poder, de unción del Espíritu Santo, de señales y milagros; es un ministerio profético conocedor del tiempo que vivimos; es un ministerio de expectación por el levantamiento de la Iglesia.
lunes, 23 de noviembre de 2009
LA FE
Sólo hay un tipo de fe que Dios espera de ti, se encuentra en Juan 3:18 “El que en Él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”...
LA FE
“Y creyó a Jehová y le fue contado por justicia” Génesis 15:6
Ésta es la primera vez que se menciona la palabra fe en la Escritura, y se dijo con respecto a Abraham, hombre de Dios que confió profundamente en el Señor.
La raíz etimológica para esta palabra es aman, que significa literalmente creer, en este sentido debemos diferenciar el significado que se le da en cada caso, normalmente está concebida de dos formas:
Fe Natural:
Es un tipo de fe innata en el ser humano, es la que cualquier persona pudiera tener con respecto a las situaciones de su vida, incluso en algunos casos con respecto a la existencia de Dios.
Cuando una persona hace una solicitud de empleo, luego asiste a una entrevista y solo le queda esperar una llamada de aceptación, ésta persona podría decir: yo creo que me van a dar el empleo; en este caso estamos ante un tipo de esperanza de que puede darse algo que según nuestra razón humana y de acuerdo a como le fue en el proceso de selección es probable que se asigne el cargo.
Al respecto, la Biblia habla en Santiago 2:19: “Tu crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen y tiemblan ante su presencia” Éste pasaje se refiere al tipo de fe natural que hay en el hombre con respecto a lo que de entrada ya es considerado como algo verídico, algo que en realidad no requiere de mucha fe, éste es el sentido literal de este pasaje.
Fe Salvadora:
No obstante, existe otro tipo de fe, y es la que encontramos en el pasaje que se citó al principio, se trata de la fe salvadora, aquella que no se limita al dictamen de nuestra razón, sino mas bien, trasciende lo que nosotros consideramos que puede suceder humanamente.
Ésta fe hace referencia a nuestra confianza en el amor y poder de Dios para hacer cuanto Él quiera, de ahí que fue ligada con la justicia, otro término que el hombre no es digno de llevar, pero que a causa de la fe, Dios se lo atribuyó a Abraham.
Ésta fe requiere de arrepentimiento, es decir, apartarse del pecado con verdadera tristeza, recordemos, arrepentirse significa estar triste por lo que se hizo, y no querer volver a hacerlo.
Pero no podríamos dejar de mencionar el mejor significado para la palabra fe, lo encontramos en la Escritura, Hebreos 11:1 declara: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Qué estás esperando y ves difícil que llegue?
Qué quisieras recibir pronto, pero lo ves imposible?
Pero la pregunta en realidad es ¿con qué fe te estás acercando a Dios?
Sólo hay un tipo de fe que Dios espera de ti, se encuentra en Juan 3:18 “El que en Él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”
En realidad ésta es la fe salvadora.
LA FE
“Y creyó a Jehová y le fue contado por justicia” Génesis 15:6
Ésta es la primera vez que se menciona la palabra fe en la Escritura, y se dijo con respecto a Abraham, hombre de Dios que confió profundamente en el Señor.
La raíz etimológica para esta palabra es aman, que significa literalmente creer, en este sentido debemos diferenciar el significado que se le da en cada caso, normalmente está concebida de dos formas:
Fe Natural:
Es un tipo de fe innata en el ser humano, es la que cualquier persona pudiera tener con respecto a las situaciones de su vida, incluso en algunos casos con respecto a la existencia de Dios.
Cuando una persona hace una solicitud de empleo, luego asiste a una entrevista y solo le queda esperar una llamada de aceptación, ésta persona podría decir: yo creo que me van a dar el empleo; en este caso estamos ante un tipo de esperanza de que puede darse algo que según nuestra razón humana y de acuerdo a como le fue en el proceso de selección es probable que se asigne el cargo.
Al respecto, la Biblia habla en Santiago 2:19: “Tu crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen y tiemblan ante su presencia” Éste pasaje se refiere al tipo de fe natural que hay en el hombre con respecto a lo que de entrada ya es considerado como algo verídico, algo que en realidad no requiere de mucha fe, éste es el sentido literal de este pasaje.
Fe Salvadora:
No obstante, existe otro tipo de fe, y es la que encontramos en el pasaje que se citó al principio, se trata de la fe salvadora, aquella que no se limita al dictamen de nuestra razón, sino mas bien, trasciende lo que nosotros consideramos que puede suceder humanamente.
Ésta fe hace referencia a nuestra confianza en el amor y poder de Dios para hacer cuanto Él quiera, de ahí que fue ligada con la justicia, otro término que el hombre no es digno de llevar, pero que a causa de la fe, Dios se lo atribuyó a Abraham.
Ésta fe requiere de arrepentimiento, es decir, apartarse del pecado con verdadera tristeza, recordemos, arrepentirse significa estar triste por lo que se hizo, y no querer volver a hacerlo.
Pero no podríamos dejar de mencionar el mejor significado para la palabra fe, lo encontramos en la Escritura, Hebreos 11:1 declara: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Qué estás esperando y ves difícil que llegue?
Qué quisieras recibir pronto, pero lo ves imposible?
Pero la pregunta en realidad es ¿con qué fe te estás acercando a Dios?
Sólo hay un tipo de fe que Dios espera de ti, se encuentra en Juan 3:18 “El que en Él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”
En realidad ésta es la fe salvadora.
LA ORACION EFICAZ
La oración se refiere a la multifacética comunicación de los creyentes con el Señor Dios. Además del verbo “Orar” y sus respectivas conjugaciones, se describe esta actividad como invocación a Dios (Sal 17:6)...
LA ORACION EFICAZ DE LA IGLESIA
1 Reyes 18:42b – 45: “Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y el subió, y miró y dijo: No hay nada. y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. y aconteció estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel:”
La oración se refiere a la multifacético comunicación de los creyentes con el Señor Dios. Además del verbo “Orar” y sus respectivas conjugaciones, se describe esta actividad como invocación a Dios (Sal 17:6), invocación del nombre de Jehová (Gn 4:26), clamor a Jehová (Sal 34:6), levantar el alma a Dios (Sal 25:1), buscar a Jehová (Is 55:6), acercarse confiadamente al trono de la gracia (Heb. 4:16) y acercarse a Dios (Heb 10:22).
PORQUÉ ORAR?:
La Biblia proporciona algunas razones claras por las cuales los creyentes deben orar.
Ante todo, Dios les ordena a los creyentes que oren. La orden de orar sale de los labios de los salmistas (1 Cr 16:11; Sal 105:4), de los profetas (Is 55:6; Am 5:4, 6), de los apóstoles (Ef 6:17-18; Col 4:2; 1Ts 5:17) y del Señor Jesús mismo (Mt 26:41; Lc 18:1; Jn 16:24). Dios desea la comunión de los seres humanos; mediante la oración se mantiene la relación con Él.
La oración es el vínculo necesario para recibir las bendiciones y el poder de Dios, y el cumplimiento de sus promesas. Numerosos pasajes bíblicos ilustran este principio. Jesús, por ejemplo, prometió que sus seguidores recibirían el Espíritu Santo si persistían en pedir, buscar y llamar a la puerta de su Padre Celestial (Lc 11:5-13). Por eso, después de la ascensión de Jesús, sus seguidores constantemente se dedicaron a la oración en el aposento alto (Hch 1:14) hasta que con poder el Espíritu Santo se derramó el día de Pentecostés (Hch 2:1-4). Cuando los apóstoles se reunieron después de su arresto y liberación por parte de las autoridades judías, ellos oraron fervientemente para que el Espíritu Santo les diera denuedo y autoridad para hablar su Palabra. Con frecuencia el apóstol Pablo pidió oraciones por sí mismo, sabiendo que su obra no tendría éxito a menos que los creyentes estuvieran orando por él (son ejemplo Rom 15:30-32; 2Co 1:11; Ef 6:19-20)
En su plan de salvación para el género humano, Dios ha establecido que los creyentes sean sus colaboradores en el proceso redentor. En algunos aspectos, Dios se ha limitado a sí mismo a las oraciones santas, fieles y perseverantes de su pueblo. Hay muchas cosas que no se realizarán en el reino de Dios sin las oraciones intercesoras de los creyentes. Por ejemplo, Dios desea enviar obreros a su mies evangelística; Cristo enseña que no se cumplirá a plenitud ese propósito de Dios sin las oraciones de su pueblo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” Mateo 9:38. En otras palabras, se pone en oración el poder de Dios para realizar muchos de sus propósitos mediante las oraciones fervientes y eficaces de su pueblo por el progreso de su reino. Si se deja de orar, en realidad se pudiera estar obstaculizando la realización del propósito de Dios, para el creyente como individuo y para la iglesia como cuerpo.
REQUISITOS PARA UNA ORACION PODEROSA:
Para que sea eficaz la oración, se deben llenar varios requisitos:
Las oraciones no tendrán respuesta a menos que se tenga una fe sincera y genuina. Jesús declara explícitamente: “Os digo que todo lo que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” Marcos 11:24.
Debe hacerse la oración en el nombre de Jesucristo. Jesús mismo expresó ese principio cuando dijo: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré” Juan 14:13-14. Las oraciones deben estar en armonía con la persona, el carácter y la voluntad del Señor
Solo es eficaz si se hace conforme a la santa y perfecta voluntad del Señor. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” 1 Juan 5:14. Si se quiere entender la voluntad del Señor, la mayoría de veces esta se encuentra expresada en las Sagradas Escrituras.
Un punto bien importante si queremos ver las respuestas a nuestras oraciones, es tener una intimidad intachable con Dios, es decir, llevar una vida integra delante de su presencia. “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” 1 Juan 5:14.
Por último, no podremos olvidarnos de la persistencia necesaria, éste es el punto principal de la parábola de la viuda en Lucas 18:1-7
MÉTODOS BÍBLICOS PARA UNA ORACIÓN EFICAZ:
->Alabar y adorar a Dios (Sal 150; Hch 2:47; Ro 15:11)
]-->Dar acción de gracias a Dios (Sal 100:4; Mt 11:25-26; Fil 4:6)
]-->Una sincera confesión de pecados (Stg 5:15-16; 1Jn 1)
->Tener una adecuada motivación (Stg. 4:2-3)
]-->Orar fervientemente por los demás, interceder (Nm 14:13-19; Sal 122:6-9)
EN QUÉ POSICIONES SE DEBE ORAR?:
La Bíblia registra oraciones hechas de pie (1 R 8:22; Neh 9:4-5), sentados (1 Cr 17:16; Lc 10:13), de rodillas (Es 9:5; Dn 6:10; Hch 20:36), acostados en una cama (Sal 63:6), bajando la cabeza al suelo (Ex 34:8; Sal 95:6), acostado en tierra (2S 12:16; Mt 26:39) y levantando las manos al cielo (Sal 28:2; Is 1:15; 1 Ti 2:8)
LA ORACION EFICAZ DE LA IGLESIA
1 Reyes 18:42b – 45: “Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y el subió, y miró y dijo: No hay nada. y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. y aconteció estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel:”
La oración se refiere a la multifacético comunicación de los creyentes con el Señor Dios. Además del verbo “Orar” y sus respectivas conjugaciones, se describe esta actividad como invocación a Dios (Sal 17:6), invocación del nombre de Jehová (Gn 4:26), clamor a Jehová (Sal 34:6), levantar el alma a Dios (Sal 25:1), buscar a Jehová (Is 55:6), acercarse confiadamente al trono de la gracia (Heb. 4:16) y acercarse a Dios (Heb 10:22).
PORQUÉ ORAR?:
La Biblia proporciona algunas razones claras por las cuales los creyentes deben orar.
Ante todo, Dios les ordena a los creyentes que oren. La orden de orar sale de los labios de los salmistas (1 Cr 16:11; Sal 105:4), de los profetas (Is 55:6; Am 5:4, 6), de los apóstoles (Ef 6:17-18; Col 4:2; 1Ts 5:17) y del Señor Jesús mismo (Mt 26:41; Lc 18:1; Jn 16:24). Dios desea la comunión de los seres humanos; mediante la oración se mantiene la relación con Él.
La oración es el vínculo necesario para recibir las bendiciones y el poder de Dios, y el cumplimiento de sus promesas. Numerosos pasajes bíblicos ilustran este principio. Jesús, por ejemplo, prometió que sus seguidores recibirían el Espíritu Santo si persistían en pedir, buscar y llamar a la puerta de su Padre Celestial (Lc 11:5-13). Por eso, después de la ascensión de Jesús, sus seguidores constantemente se dedicaron a la oración en el aposento alto (Hch 1:14) hasta que con poder el Espíritu Santo se derramó el día de Pentecostés (Hch 2:1-4). Cuando los apóstoles se reunieron después de su arresto y liberación por parte de las autoridades judías, ellos oraron fervientemente para que el Espíritu Santo les diera denuedo y autoridad para hablar su Palabra. Con frecuencia el apóstol Pablo pidió oraciones por sí mismo, sabiendo que su obra no tendría éxito a menos que los creyentes estuvieran orando por él (son ejemplo Rom 15:30-32; 2Co 1:11; Ef 6:19-20)
En su plan de salvación para el género humano, Dios ha establecido que los creyentes sean sus colaboradores en el proceso redentor. En algunos aspectos, Dios se ha limitado a sí mismo a las oraciones santas, fieles y perseverantes de su pueblo. Hay muchas cosas que no se realizarán en el reino de Dios sin las oraciones intercesoras de los creyentes. Por ejemplo, Dios desea enviar obreros a su mies evangelística; Cristo enseña que no se cumplirá a plenitud ese propósito de Dios sin las oraciones de su pueblo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” Mateo 9:38. En otras palabras, se pone en oración el poder de Dios para realizar muchos de sus propósitos mediante las oraciones fervientes y eficaces de su pueblo por el progreso de su reino. Si se deja de orar, en realidad se pudiera estar obstaculizando la realización del propósito de Dios, para el creyente como individuo y para la iglesia como cuerpo.
REQUISITOS PARA UNA ORACION PODEROSA:
Para que sea eficaz la oración, se deben llenar varios requisitos:
Las oraciones no tendrán respuesta a menos que se tenga una fe sincera y genuina. Jesús declara explícitamente: “Os digo que todo lo que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” Marcos 11:24.
Debe hacerse la oración en el nombre de Jesucristo. Jesús mismo expresó ese principio cuando dijo: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré” Juan 14:13-14. Las oraciones deben estar en armonía con la persona, el carácter y la voluntad del Señor
Solo es eficaz si se hace conforme a la santa y perfecta voluntad del Señor. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” 1 Juan 5:14. Si se quiere entender la voluntad del Señor, la mayoría de veces esta se encuentra expresada en las Sagradas Escrituras.
Un punto bien importante si queremos ver las respuestas a nuestras oraciones, es tener una intimidad intachable con Dios, es decir, llevar una vida integra delante de su presencia. “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” 1 Juan 5:14.
Por último, no podremos olvidarnos de la persistencia necesaria, éste es el punto principal de la parábola de la viuda en Lucas 18:1-7
MÉTODOS BÍBLICOS PARA UNA ORACIÓN EFICAZ:
->Alabar y adorar a Dios (Sal 150; Hch 2:47; Ro 15:11)
]-->Dar acción de gracias a Dios (Sal 100:4; Mt 11:25-26; Fil 4:6)
]-->Una sincera confesión de pecados (Stg 5:15-16; 1Jn 1)
->Tener una adecuada motivación (Stg. 4:2-3)
]-->Orar fervientemente por los demás, interceder (Nm 14:13-19; Sal 122:6-9)
EN QUÉ POSICIONES SE DEBE ORAR?:
La Bíblia registra oraciones hechas de pie (1 R 8:22; Neh 9:4-5), sentados (1 Cr 17:16; Lc 10:13), de rodillas (Es 9:5; Dn 6:10; Hch 20:36), acostados en una cama (Sal 63:6), bajando la cabeza al suelo (Ex 34:8; Sal 95:6), acostado en tierra (2S 12:16; Mt 26:39) y levantando las manos al cielo (Sal 28:2; Is 1:15; 1 Ti 2:8)
LAS ESCRITURAS
Todos los miembros de la iglesia consideran las Escrituras como la única verdad de Dios para un mundo perdido y agonizante, deben amarlas, atesorarlas y protegerlas...
“Escritura”, como se emplea en 2Timoteo 3:16, se refiere principalmente a los escritos del Antiguo Testamento (3:15). Sin embargo, hay indicios de que cuando Pablo escribió 2 Timoteo ya algunos de los escritos del Nuevo Testamento se consideraban como Escrituras inspiradas y autorizadas.
En la actualidad, la Escritura se refiere a los escritos autorizados del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, es decir, “La Biblia”. Son el mensaje original de Dios para la humanidad y el único testimonio infalible de la actividad salvadora de Dios para las personas.
Pablo afirma que toda la Escritura es “inspirada por Dios” (del griego teopneustos, de dos vocablos griegos: teos, que significa Dios y pneo, que siginifica respirar). La Escritura es la propia vida y Palabra de Dios. Desde las palabras mismas de los manuscritos originales, la Biblia es absolutamente veraz, digna de confianza e infalible. Eso es cierto no sólo cuando trata de la salvación, los valores éticos y la moralidad, sino también en todos los temas que trata, incluso la historia y el cosmos.
Los escritores del Antiguo Testamento estaban conscientes de que lo que le decían al pueblo y lo que escribían era la Palabra de Dios para ellos (Deuteronomio 18:18; 2Samuel 23:2). Vez tras vez, los profetas iniciaban sus advertencias indicando que eran “palabra de Jehová”.
Jesucristo también enseñó que la Escritura es la Palabra inspirada de Dios incluso en los detalles más insignificantes (Mateo 5:18). Afirmó que todo lo que dijo lo recibió del Padre y es verdadero (Juan 5:18, 30-31; 7:16; 8:26). Además de eso se refirió a la revelación que vendría de parte del Espíritu Santo por medio de los apóstoles (Juan 16:13).
Por lo tanto, negar la total inspiración de las Sagradas Escrituras es poner a un lado el testimonio fundamental de Jesucristo (Mateo 5:18; 15:3-6; Lucas 16:7; 25:25-27), al Espíritu Santo (Juan 15:26; 16:13; 1Corintios 2:12-13; 1Timoteo.1) y a los apóstoles (2Timoteo 3:16; 2Pedro 1:20-21). Además, limitar o descartar su infalibilidad es menoscabar su autoridad divina.
En su obra de inspiración por su Espíritu, Dios, sin cambiar la personalidad de los escritores, los dirigió de manera que escribieran sin error (2Timoteo 3:16; 2Pedro 1:20-21).
La Palabra inspirada de Dios es la expresión de la sabiduría y el carácter de Dios, y por eso puede dar sabiduría y vida espiritual mediante la fe en Cristo (Mateo 4:4; Juan 6:63; 2Timoteo 3:15; 1Pedro 2:2).
La Biblia es el testimonio verídico e infalible de Dios de su actividad salvadora por la humanidad en Jesucristo. Por eso la Escritura es incomparable, concluida para siempre y de especial obligatoriedad. No hay palabras humanas ni declaraciones de instituciones religiosas que igualen su autoridad.
Todos los comentarios, las doctrinas, las interpretaciones, las explicaciones y las tradiciones deben juzgarse y legitimarse mediante las palabras y el mensaje de las Escrituras (Deuteronomio 13:3).
La Palabra de Dios se debe recibir, creer y obedecer como la autoridad última de todas las cosas relacionadas con la vida y la piedad (Mateo 5:17-19; Juan 14:21; 15:10). Debe usarse en la iglesia como la autoridad definitiva en todos los asuntos para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia (2Timoteo 3:16-17). Nadie puede someterse al señorío de Cristo sin someterse a Dios y a su Palabra como la máxima autoridad (Juan 8:31-32, 37).
Se puede entender la Biblia sólo cuando se está en buena relación con el Espíritu Santo, Él es quien abre el entendimiento para comprender su significado y da el testimonio interior de su autoridad.
Se debe usar la Palabra inspirada de Dios para vencer el poder del pecado, a Satanás y al mundo en la vida (Mateo 4:4; Efesios 6:12, 17; Santiago 1:21).
Todos los miembros de la iglesia consideran las Escrituras como la única verdad de Dios para un mundo perdido y agonizante, deben amarlas, atesorarlas y protegerlas. Hay que proteger sus doctrinas manteniéndose fiel a sus enseñanzas, proclamando su Mensaje salvador, confiándola a personas dignas de confianza y defendiéndola de todos los que desfiguran o tratan de destruir sus verdades eternas (Filipenses 1:16; 2Timoteo 1:13-14). Nadie tiene la autoridad de agregar algo a las Escrituras ni tampoco de quitar algo (Apocalipsis 22:19).
Por último, se debe observar que la inspiración infalible se aplica sólo a la escritura original de los libros bíblicos. Por eso, cuando se encuentre en las Escrituras algo que parezca erróneo, en vez de suponer que el escritor cometió un error, vale recordar que hay tres posibilidades al respecto: a) las copias que existen del manuscrito original tal vez no sean del todo precisas; b) la traducción actual de los textos bíblicos hebreos o griegos pudiera ser defectuosa; o c) La comprensión o interpretación del texto bíblico pudiera ser deficiente o incorrecta.
“Escritura”, como se emplea en 2Timoteo 3:16, se refiere principalmente a los escritos del Antiguo Testamento (3:15). Sin embargo, hay indicios de que cuando Pablo escribió 2 Timoteo ya algunos de los escritos del Nuevo Testamento se consideraban como Escrituras inspiradas y autorizadas.
En la actualidad, la Escritura se refiere a los escritos autorizados del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, es decir, “La Biblia”. Son el mensaje original de Dios para la humanidad y el único testimonio infalible de la actividad salvadora de Dios para las personas.
Pablo afirma que toda la Escritura es “inspirada por Dios” (del griego teopneustos, de dos vocablos griegos: teos, que significa Dios y pneo, que siginifica respirar). La Escritura es la propia vida y Palabra de Dios. Desde las palabras mismas de los manuscritos originales, la Biblia es absolutamente veraz, digna de confianza e infalible. Eso es cierto no sólo cuando trata de la salvación, los valores éticos y la moralidad, sino también en todos los temas que trata, incluso la historia y el cosmos.
Los escritores del Antiguo Testamento estaban conscientes de que lo que le decían al pueblo y lo que escribían era la Palabra de Dios para ellos (Deuteronomio 18:18; 2Samuel 23:2). Vez tras vez, los profetas iniciaban sus advertencias indicando que eran “palabra de Jehová”.
Jesucristo también enseñó que la Escritura es la Palabra inspirada de Dios incluso en los detalles más insignificantes (Mateo 5:18). Afirmó que todo lo que dijo lo recibió del Padre y es verdadero (Juan 5:18, 30-31; 7:16; 8:26). Además de eso se refirió a la revelación que vendría de parte del Espíritu Santo por medio de los apóstoles (Juan 16:13).
Por lo tanto, negar la total inspiración de las Sagradas Escrituras es poner a un lado el testimonio fundamental de Jesucristo (Mateo 5:18; 15:3-6; Lucas 16:7; 25:25-27), al Espíritu Santo (Juan 15:26; 16:13; 1Corintios 2:12-13; 1Timoteo.1) y a los apóstoles (2Timoteo 3:16; 2Pedro 1:20-21). Además, limitar o descartar su infalibilidad es menoscabar su autoridad divina.
En su obra de inspiración por su Espíritu, Dios, sin cambiar la personalidad de los escritores, los dirigió de manera que escribieran sin error (2Timoteo 3:16; 2Pedro 1:20-21).
La Palabra inspirada de Dios es la expresión de la sabiduría y el carácter de Dios, y por eso puede dar sabiduría y vida espiritual mediante la fe en Cristo (Mateo 4:4; Juan 6:63; 2Timoteo 3:15; 1Pedro 2:2).
La Biblia es el testimonio verídico e infalible de Dios de su actividad salvadora por la humanidad en Jesucristo. Por eso la Escritura es incomparable, concluida para siempre y de especial obligatoriedad. No hay palabras humanas ni declaraciones de instituciones religiosas que igualen su autoridad.
Todos los comentarios, las doctrinas, las interpretaciones, las explicaciones y las tradiciones deben juzgarse y legitimarse mediante las palabras y el mensaje de las Escrituras (Deuteronomio 13:3).
La Palabra de Dios se debe recibir, creer y obedecer como la autoridad última de todas las cosas relacionadas con la vida y la piedad (Mateo 5:17-19; Juan 14:21; 15:10). Debe usarse en la iglesia como la autoridad definitiva en todos los asuntos para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia (2Timoteo 3:16-17). Nadie puede someterse al señorío de Cristo sin someterse a Dios y a su Palabra como la máxima autoridad (Juan 8:31-32, 37).
Se puede entender la Biblia sólo cuando se está en buena relación con el Espíritu Santo, Él es quien abre el entendimiento para comprender su significado y da el testimonio interior de su autoridad.
Se debe usar la Palabra inspirada de Dios para vencer el poder del pecado, a Satanás y al mundo en la vida (Mateo 4:4; Efesios 6:12, 17; Santiago 1:21).
Todos los miembros de la iglesia consideran las Escrituras como la única verdad de Dios para un mundo perdido y agonizante, deben amarlas, atesorarlas y protegerlas. Hay que proteger sus doctrinas manteniéndose fiel a sus enseñanzas, proclamando su Mensaje salvador, confiándola a personas dignas de confianza y defendiéndola de todos los que desfiguran o tratan de destruir sus verdades eternas (Filipenses 1:16; 2Timoteo 1:13-14). Nadie tiene la autoridad de agregar algo a las Escrituras ni tampoco de quitar algo (Apocalipsis 22:19).
Por último, se debe observar que la inspiración infalible se aplica sólo a la escritura original de los libros bíblicos. Por eso, cuando se encuentre en las Escrituras algo que parezca erróneo, en vez de suponer que el escritor cometió un error, vale recordar que hay tres posibilidades al respecto: a) las copias que existen del manuscrito original tal vez no sean del todo precisas; b) la traducción actual de los textos bíblicos hebreos o griegos pudiera ser defectuosa; o c) La comprensión o interpretación del texto bíblico pudiera ser deficiente o incorrecta.
EL SUFRIMIENTO
La fidelidad a Dios no es ninguna garantía de que los creyentes serán librados de la dificultad del dolor y del sufrimiento en su vida. En realidad, Jesús enseñó que se debe esperar eso, Juan 16:1-4; 33. La Biblia proporciona...
EL SUFRIMIENTO DE LOS JUSTOS
Job 2:7-8 “Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza”
La fidelidad a Dios no es ninguna garantía de que los creyentes serán librados de la dificultad del dolor y del sufrimiento en su vida. En realidad, Jesús enseñó que se debe esperar eso, Juan 16:1-4; 33. La Biblia proporciona numerosos ejemplos de personas piadosas que experimentaron muchísimos sufrimientos por diversas razones, recuerde a José, David, Job, Jeremías y Pablo.
PORQUE SUFREN LOS CREYENTES?
Hay diversas razones:
Los creyentes experimentan el sufrimiento como una continua consecuencia de la caída de Adán y Eva. Cuando el pecado entró en el mundo, el dolor, la tristeza, el conflicto y la muerte entraron en la vida de los seres humanos, Génesis 3:16-19. Pablo afirma esto: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” Romanos 5:12. En realidad, todo el universo creado gime bajo los efectos del pecado y anhela la época del nuevo cielo y la nueva tierra. Romanos 8:20-23; 2Pedro 3:10-13. Respuesta: Siempre se debe depender de la gracia, de la fortaleza y del consuelo de Dios.
Algunos creyentes sufren por la misma razón que sufren los incrédulos, es decir, como consecuencia de sus propias acciones. El principio de que “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” Galatas 6:7, se aplica en sentido general a todo el mundo. Si se conduce imprudentemente un vehículo, se pudieran sufrir serios accidentes. Si se es indisciplinado en los hábitos alimentarios, es probable que surjan serios problemas de salud. Dios pudiera usar tal sufrimiento como un medio de disciplinar al creyente para que pueda alcanzar el “Fruto apacible de justicia”. Respuesta: Siempre se debe actuar con sabiduría y conforme a la Palabra de Dios, y se debe evitar cualquier cosa que aparte del cuidado protector de Dios.
Los creyentes también sufren, al menos en lo profundo de su ser, porque viven en un mundo pecaminoso y corrupto. A su alrededor están los efectos del pecado; sufren aflicción y angustia cuando ven el poder que el mal ejerce sobre tantas vidas. respuesta: Hay que pedirle a Dios que muestre su victoria sobre el poder del pecado.
Los creyentes sufren por la obra del diablo. a) las Escrituras ponen de claro que Satanás, como “el dios de este siglo” 2Co. 4:4, controla este presente siglo malo 1Juan 5:19. Se le ha dado poder de afligirnos de diversas maneras. 1Pedro 5:8-9. El relato de Job se concentra en un hombre justo y devoto que, con el permiso de Dios, fue atormentado por Satanás con indecibles sufrimientos. Jesús aseveró que una de las mujeres que sanó había estado atada por Satanás durante dieciocho años. Lucas 13:11, 16. Pablo reconoció que su aguijón en la carne era “un mensajero de Satanás que me abofetee” 2Co. 12:7. Cuando se participa en la guerra espiritual contra “los gobernadores de las tinieblas de este siglo” Ef. 6:12, inevitablemente se sufrirá la adversidad. A fin de que el creyente se enfrente a tales ataques, Dios le ha dado armadura espiritual, Efesios 6:10-18, y armas espirituales 2Co. 10:3-6. Respuesta: Hay que ponerse toda la armadura de Dios y orar Efesios 6:10-20, resueltos a persevera fielmente en su poder. b) Satanás y sus seguidores se deleitan en perseguir a los creyentes. Los que aman al Señor Jesús y siguen sus principios de verdad y justicia serán perseguidos por su fe. En realidad, tal sufrimiento por causa de la justicia pudiera ser una vindicación de la genuina devoción a Cristo. Respuesta: Como a todos los verdaderos creyentes se les llama a sufrir persecución y deshonra por causa de la justicia, hay que permanecer firmes y constantes, y seguir confiando en el que juzga justamente. Mateo 5:10; 1Co. 15:58; 1Pedro 2:23
Mas positivamente, otra razón por la que sufren los creyentes es que “nosotros tenemos la mente de Cristo”. Ser cristiano significa estar en Cristo, ser uno con Él; como resultado el creyente participa en sus sufrimientos. Por ejemplo, así como Cristo lloró angustiado sobre la ciudad impía de Jerusalén y su negativa a arrepentirse y a aceptar la salvación (Lucas 19:41), también el creyente debe llorar por el carácter pecaminoso y perdido de la humanidad. Respuesta: El creyente debe agradecer a Dios que así como los sufrimientos de Cristo son suyos, también lo es la consolación de Él.
Nota: Todas las referencias Bíblicas son tomadas de la versión Reina – Valera de 1960
SEGUNDA PARTE
Dios mismo puede usar el sufrimiento en la vida como un catalizador para el crecimiento o la transformación espiritual.
Con frecuencia Él usa el sufrimiento para llamar a su pueblo descarriado para que se arrepienta de sus pecados y renueve su fe y confianza en Él. Respuesta: Se debe confesar el pecado conocido y examinar la propia vida para ver si hay algo que desagrada al Espíritu Santo.
A veces Dios usa el sufrimiento para probar la fe, para ver si el creyente permanece fiel a Él. Esa fue la razón para permitirle a Satanás que afligiera a Job: ¿Seguiría Job entregado al Señor, o blasfemaría a Dios en su misma presencia? Santiago les llama a las diversas pruebas que enfrentan los creyentes “la prueba de vuestra fe” Santiago 1:3; a través de ellas se perfecciona la fe en Cristo. Respuesta: Se debe comprender que la autenticidad de la fe resultará en “alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” 1Pedro 1:7. Respuesta: El creyente debe ponerse a tono con lo que Dios quisiera que él aprendiera del sufrimiento.
También Dios pudiera enviar aflicción y tribulación al creyente para que se más capaz de consolar y animar a otros que sufren. Así la eficacia del ministerio profundiza e incrementa. Respuesta: Se debe usar la experiencia de aflicción para alentar y fortalecer a otros creyentes.
Por último, Dios puede usar, y usa, el sufrimiento de los justos para promover la causa de su reino y su plan de redención. Por ejemplo, todas las injusticias que José sufrió a manos de sus hermanos y de los egipcios formaban parte del plan de Dios “para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación”. El principal ejemplo de este principio de sufrimiento es Cristo, el “Santo y … Justo”, Hechos 3:14, que sufrió persecución, agonía y muerte para que se cumpliera plenamente el plan de salvación de Dios. Eso no exime de impiedad de quienes lo crucificaron, Hechos 2:23, pero sí indica cómo Dios puede usar el sufrimiento de los justos por obra de pecadores para sus propios propósitos y para su propia gloria.
LA RELACION DE DIOS CON EL SUFRIMIENTO DE LOS CREYENTES.
Lo primero que debe recordarse es esto: Dios participa en los sufrimientos del creyente. Aun cuando Satanás es el dios de este mundo, él puede afligir la vida del creyente sólo por la voluntad permisiva de Dios.
Dios ha prometido en su Palabra que Él no permitiría que el creyente sea aprobado más de lo que sea capaz de soportar, 1 Corintios 10:13
También Dios ha prometido sacar algo bueno de todos los sufrimientos y de la persecución de quienes lo aman y obedecen sus mandamientos, Romanos 8:28. José reconoció esa verdad en su propia vida de sufrimiento, y el autor de la Epístola a los Hebreos muestra cómo Dios usa las circunstancias dolorosas de la vida para el desarrollo y beneficio del creyente.
Además, Dios ha prometido estar al lado del creyente en su aflicción, caminar con él “en valle de sobra de muerte”, Salmo 23:4; Isaías 43:2. Él está a su lado por medio de su Espíritu Santo, que lo consuela en todas sus tribulaciones, 2 Corintios 1:4. A cada uno de sus hijos el envía suficiente gracia para que pueda soportar las pruebas de la vida.
Por último, no se debe olvidar que el Señor Jesús comparte la aflicción de los creyentes. Cuando ellos oran, tienen un compasivo sumo sacerdote que sufrió en sí mismo las diversas dimensiones de sus pruebas y sufrimiento, Hebreos 4:15. En realidad “llevó el nuestras enfermedades, y sufrió todos nuestros dolores.”; Hay santidad para los propios sufrimientos mediante los sufrimientos que Él llevó en nombre de los creyentes.
VICTORIA SOBRE EL SUFRIMIENTO PERSONAL.
Ahora hay que referirse a un asunto importante: cuando se sufren las pruebas y aflicción ¿qué personas se pueden dar para lidiar con tal sufrimiento a fin de ser victoriosos sobre él?.
En primer lugar, hay que considerar las diversas razones por las que sufren los seres humanos, y cómo esas razones son pertinentes para cada uno. si se puede especificar una razón específica, entonces hay que seguir la respuesta apropiada.
Hay que creer que Dios se interesa en el creyente profundamente, sin considerar cuan severas sean sus circunstancias. Nunca el sufrimiento debe llevar a nadie a negar el amor de Dios ni a rechazarlo como su Señor y Salvador.
Hay que volverse a Dios en oración ferviente y buscar su rostro. Hay que esperar en Él hasta que libre de la aflicción
Hay que esperar que Dios de la gracia que se necesite para soportar la aflicción hasta que llegue la liberación. Siempre se debe recordar que “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”, Romanos. 8:37
La fe cristiana no consiste en la eliminación de la debilidad humana. Hay que leer la Palabra de Dios, sobre todo los salmos que dan consuelo en tiempo de aflicción.
Hay que buscar la revelación y la opinión de Dios con respecto a la situación particular: mediante la oración, la lectura de las Escrituras, los instrumentos del Espíritu Santo, o el consejo de un creyente piadoso y plenamente desarrollado
Durante el tiempo de sufrimiento hay que recordar la predicción de Cristo de que el creyente sufrirá tribulación y aflicción en su vida, Juan 16:33
Hay que esperar con anhelante expectación aquel tiempo en que “enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor.
EL SUFRIMIENTO DE LOS JUSTOS
Job 2:7-8 “Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza”
La fidelidad a Dios no es ninguna garantía de que los creyentes serán librados de la dificultad del dolor y del sufrimiento en su vida. En realidad, Jesús enseñó que se debe esperar eso, Juan 16:1-4; 33. La Biblia proporciona numerosos ejemplos de personas piadosas que experimentaron muchísimos sufrimientos por diversas razones, recuerde a José, David, Job, Jeremías y Pablo.
PORQUE SUFREN LOS CREYENTES?
Hay diversas razones:
Los creyentes experimentan el sufrimiento como una continua consecuencia de la caída de Adán y Eva. Cuando el pecado entró en el mundo, el dolor, la tristeza, el conflicto y la muerte entraron en la vida de los seres humanos, Génesis 3:16-19. Pablo afirma esto: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” Romanos 5:12. En realidad, todo el universo creado gime bajo los efectos del pecado y anhela la época del nuevo cielo y la nueva tierra. Romanos 8:20-23; 2Pedro 3:10-13. Respuesta: Siempre se debe depender de la gracia, de la fortaleza y del consuelo de Dios.
Algunos creyentes sufren por la misma razón que sufren los incrédulos, es decir, como consecuencia de sus propias acciones. El principio de que “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” Galatas 6:7, se aplica en sentido general a todo el mundo. Si se conduce imprudentemente un vehículo, se pudieran sufrir serios accidentes. Si se es indisciplinado en los hábitos alimentarios, es probable que surjan serios problemas de salud. Dios pudiera usar tal sufrimiento como un medio de disciplinar al creyente para que pueda alcanzar el “Fruto apacible de justicia”. Respuesta: Siempre se debe actuar con sabiduría y conforme a la Palabra de Dios, y se debe evitar cualquier cosa que aparte del cuidado protector de Dios.
Los creyentes también sufren, al menos en lo profundo de su ser, porque viven en un mundo pecaminoso y corrupto. A su alrededor están los efectos del pecado; sufren aflicción y angustia cuando ven el poder que el mal ejerce sobre tantas vidas. respuesta: Hay que pedirle a Dios que muestre su victoria sobre el poder del pecado.
Los creyentes sufren por la obra del diablo. a) las Escrituras ponen de claro que Satanás, como “el dios de este siglo” 2Co. 4:4, controla este presente siglo malo 1Juan 5:19. Se le ha dado poder de afligirnos de diversas maneras. 1Pedro 5:8-9. El relato de Job se concentra en un hombre justo y devoto que, con el permiso de Dios, fue atormentado por Satanás con indecibles sufrimientos. Jesús aseveró que una de las mujeres que sanó había estado atada por Satanás durante dieciocho años. Lucas 13:11, 16. Pablo reconoció que su aguijón en la carne era “un mensajero de Satanás que me abofetee” 2Co. 12:7. Cuando se participa en la guerra espiritual contra “los gobernadores de las tinieblas de este siglo” Ef. 6:12, inevitablemente se sufrirá la adversidad. A fin de que el creyente se enfrente a tales ataques, Dios le ha dado armadura espiritual, Efesios 6:10-18, y armas espirituales 2Co. 10:3-6. Respuesta: Hay que ponerse toda la armadura de Dios y orar Efesios 6:10-20, resueltos a persevera fielmente en su poder. b) Satanás y sus seguidores se deleitan en perseguir a los creyentes. Los que aman al Señor Jesús y siguen sus principios de verdad y justicia serán perseguidos por su fe. En realidad, tal sufrimiento por causa de la justicia pudiera ser una vindicación de la genuina devoción a Cristo. Respuesta: Como a todos los verdaderos creyentes se les llama a sufrir persecución y deshonra por causa de la justicia, hay que permanecer firmes y constantes, y seguir confiando en el que juzga justamente. Mateo 5:10; 1Co. 15:58; 1Pedro 2:23
Mas positivamente, otra razón por la que sufren los creyentes es que “nosotros tenemos la mente de Cristo”. Ser cristiano significa estar en Cristo, ser uno con Él; como resultado el creyente participa en sus sufrimientos. Por ejemplo, así como Cristo lloró angustiado sobre la ciudad impía de Jerusalén y su negativa a arrepentirse y a aceptar la salvación (Lucas 19:41), también el creyente debe llorar por el carácter pecaminoso y perdido de la humanidad. Respuesta: El creyente debe agradecer a Dios que así como los sufrimientos de Cristo son suyos, también lo es la consolación de Él.
Nota: Todas las referencias Bíblicas son tomadas de la versión Reina – Valera de 1960
SEGUNDA PARTE
Dios mismo puede usar el sufrimiento en la vida como un catalizador para el crecimiento o la transformación espiritual.
Con frecuencia Él usa el sufrimiento para llamar a su pueblo descarriado para que se arrepienta de sus pecados y renueve su fe y confianza en Él. Respuesta: Se debe confesar el pecado conocido y examinar la propia vida para ver si hay algo que desagrada al Espíritu Santo.
A veces Dios usa el sufrimiento para probar la fe, para ver si el creyente permanece fiel a Él. Esa fue la razón para permitirle a Satanás que afligiera a Job: ¿Seguiría Job entregado al Señor, o blasfemaría a Dios en su misma presencia? Santiago les llama a las diversas pruebas que enfrentan los creyentes “la prueba de vuestra fe” Santiago 1:3; a través de ellas se perfecciona la fe en Cristo. Respuesta: Se debe comprender que la autenticidad de la fe resultará en “alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” 1Pedro 1:7. Respuesta: El creyente debe ponerse a tono con lo que Dios quisiera que él aprendiera del sufrimiento.
También Dios pudiera enviar aflicción y tribulación al creyente para que se más capaz de consolar y animar a otros que sufren. Así la eficacia del ministerio profundiza e incrementa. Respuesta: Se debe usar la experiencia de aflicción para alentar y fortalecer a otros creyentes.
Por último, Dios puede usar, y usa, el sufrimiento de los justos para promover la causa de su reino y su plan de redención. Por ejemplo, todas las injusticias que José sufrió a manos de sus hermanos y de los egipcios formaban parte del plan de Dios “para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación”. El principal ejemplo de este principio de sufrimiento es Cristo, el “Santo y … Justo”, Hechos 3:14, que sufrió persecución, agonía y muerte para que se cumpliera plenamente el plan de salvación de Dios. Eso no exime de impiedad de quienes lo crucificaron, Hechos 2:23, pero sí indica cómo Dios puede usar el sufrimiento de los justos por obra de pecadores para sus propios propósitos y para su propia gloria.
LA RELACION DE DIOS CON EL SUFRIMIENTO DE LOS CREYENTES.
Lo primero que debe recordarse es esto: Dios participa en los sufrimientos del creyente. Aun cuando Satanás es el dios de este mundo, él puede afligir la vida del creyente sólo por la voluntad permisiva de Dios.
Dios ha prometido en su Palabra que Él no permitiría que el creyente sea aprobado más de lo que sea capaz de soportar, 1 Corintios 10:13
También Dios ha prometido sacar algo bueno de todos los sufrimientos y de la persecución de quienes lo aman y obedecen sus mandamientos, Romanos 8:28. José reconoció esa verdad en su propia vida de sufrimiento, y el autor de la Epístola a los Hebreos muestra cómo Dios usa las circunstancias dolorosas de la vida para el desarrollo y beneficio del creyente.
Además, Dios ha prometido estar al lado del creyente en su aflicción, caminar con él “en valle de sobra de muerte”, Salmo 23:4; Isaías 43:2. Él está a su lado por medio de su Espíritu Santo, que lo consuela en todas sus tribulaciones, 2 Corintios 1:4. A cada uno de sus hijos el envía suficiente gracia para que pueda soportar las pruebas de la vida.
Por último, no se debe olvidar que el Señor Jesús comparte la aflicción de los creyentes. Cuando ellos oran, tienen un compasivo sumo sacerdote que sufrió en sí mismo las diversas dimensiones de sus pruebas y sufrimiento, Hebreos 4:15. En realidad “llevó el nuestras enfermedades, y sufrió todos nuestros dolores.”; Hay santidad para los propios sufrimientos mediante los sufrimientos que Él llevó en nombre de los creyentes.
VICTORIA SOBRE EL SUFRIMIENTO PERSONAL.
Ahora hay que referirse a un asunto importante: cuando se sufren las pruebas y aflicción ¿qué personas se pueden dar para lidiar con tal sufrimiento a fin de ser victoriosos sobre él?.
En primer lugar, hay que considerar las diversas razones por las que sufren los seres humanos, y cómo esas razones son pertinentes para cada uno. si se puede especificar una razón específica, entonces hay que seguir la respuesta apropiada.
Hay que creer que Dios se interesa en el creyente profundamente, sin considerar cuan severas sean sus circunstancias. Nunca el sufrimiento debe llevar a nadie a negar el amor de Dios ni a rechazarlo como su Señor y Salvador.
Hay que volverse a Dios en oración ferviente y buscar su rostro. Hay que esperar en Él hasta que libre de la aflicción
Hay que esperar que Dios de la gracia que se necesite para soportar la aflicción hasta que llegue la liberación. Siempre se debe recordar que “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”, Romanos. 8:37
La fe cristiana no consiste en la eliminación de la debilidad humana. Hay que leer la Palabra de Dios, sobre todo los salmos que dan consuelo en tiempo de aflicción.
Hay que buscar la revelación y la opinión de Dios con respecto a la situación particular: mediante la oración, la lectura de las Escrituras, los instrumentos del Espíritu Santo, o el consejo de un creyente piadoso y plenamente desarrollado
Durante el tiempo de sufrimiento hay que recordar la predicción de Cristo de que el creyente sufrirá tribulación y aflicción en su vida, Juan 16:33
Hay que esperar con anhelante expectación aquel tiempo en que “enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor.
LA ALABANZA
El deseo de David de alabar a Dios se registra tanto en la historia de su vida como en los salmos que escribió. Otros salmistas también llaman...
LA ALABANZA
Importancia:
A menudo las Escrituras exhortan al pueblo de Dios a que alaben al Señor.
· Los escritores del Antiguo Testamento emplearon tres palabras fundamentales para llamar a los israelitas a alabar a Dios: la palabra barak (por lo general traducida como “bendecir” a Dios); la palabra halal (de la cual se deriva “Aleluya”, que significa “alabad a Jehová”); y la palabra yadah (a veces traducida como “dar gracias”).
· La primera canción de la Biblia, cantada después que los israelitas habían cruzado el Mar Rojo, era esencialmente un canto de alabanza y acción de gracias a Dios (Éxodo 15:2). Moisés le ordenó a los israelitas que cuando entraran en la tierra prometida debían alabar a Dios por su bondad al darles la tierra prometida.
El canto de Débora llamaba específicamente al pueblo a bendecir al Señor (Jueces 5:9).
El deseo de David de alabar a Dios se registra tanto en la historia de su vida como en los salmos que escribió. Otros salmistas también llaman al pueblo de Dios a vivir la vida alabando a Dios (Salmo 33:1-2; 47:6-7; 96:1-4, entre otros).
Por último, los profetas del Antiguo Testamento le ordenan al pueblo de Dios que lo alabe (Isaías 12:1; 25:1; 42:10, 12; Jeremías 20:13; Joel 2:26; Habacub 3:3).
El llamado a alabar a Dios repercute a lo largo del Nuevo Testamento. Jesús mismo alabó a su Padre en el cielo (Mateo 11:25). Pablo espera que todas las naciones alaben a Dios (Romanos 15: 9-11), y Santiago exhorta a los creyentes a alabar al Señor (Santiago 3:9; 5:13). Al final de la descripción presentada en Apocalipsis es de una inmensa multitud de santos y ángeles que alaban a Dios constantemente.
Alabar a Dios es una de las principales funciones de los ángeles (Salmos 103:20) y es el privilegio del pueblo de Dios, tanto de los niños (Mateo 21:16), como de los adultos (Salmo 30:4). Además, Dios llama a todas las naciones a alabarlo (Salmo 67: 3-5; Isaías 42:10-12; Romanos 15:11). En otras palabras, a todo ser humano que respira se le llama a que exprese vigorosamente la alabanza de Dios (Salmo 150:6). Como si eso no fuera suficiente, Dios también manda que lo alabe la naturaleza inanimada, como el sol, la luna y las estrellas (Salmo 148: 9; Isaías 55:12); y toda clase de seres vivientes (Salmo 69:34; 148:10).
MÉTODOS DE ALABANZA:
La alabanza a Dios puede tener lugar de diversas maneras.
· La alabanza es un principio fundamental, en la adoración colectiva del pueblo de Dios (Salmo 100:4)
· Tanto en el ambiente colectivo de adoración como en otras circunstancias, el cantar salmos, himnos y cánticos espirituales es una manera de expresar alabanza a Dios (Salmo 96:1-4; Efesios 5:19-20). La alabanza puede entonarse con la mente o con el Espíritu (es decir, en lenguas espirituales)
· La alabanza musical a Dios puede expresarse mediante diversos instrumentos cuernos en forma de bocinas y trompetas (1 Crónicas 15:28), instrumentos de viento como la zampoña y la flauta (1 Samuel 10:5; Salmo 150:4), instrumentos de cuerdas como el arpa y el salterio (1 Crónicas 13:8; Salmo 150:3), e instrumentos de percusión como los címbalos y panderos (Éxodo 15:20; Salmo 150:5), pero esto no quiere decir que aunque se usen instrumentos que sirven incluso para adorar lo que no es Dios, se usen los mismos ritmos que motivan la carne y mueven al ser humano a hacer cosas indebidas.
· También se puede comunicar la alabanza a Dios al contarles a los demás las obras maravillosas de Dios. David, por ejemplo, habiendo experimentado el perdón de Dios, anhela contarles a los demás lo que el Señor había hecho por él (Salmo 51:12). Otros escritores bíblicos exhortan a declarar la gloria y la alabanza de Dios en la congregación del pueblo de Dios (Salmo 22:22; Hebreos 2:12) y entre las naciones “las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). La obra misionera, en otras palabras, es un modo de alabar a Dios, así que si eres una persona que Dios ha llamado para ministrar su evangelio en un lugar lejano a tu casa, ¡TEN ANIMO, COBRA FUERZA!, porque si lo haces de corazón, tu alabanza a Dios subirá y moverá el trono de la gracia y “muchos creerán por tu palabra”.
· Por último, una vida que se vive para la gloria de Dios es una manera de alabar al Señor. Jesús recuerda que si el creyente deja que brille su luz, la gente verá sus buenas obras y dará gloria y alabanza a Dios (Mateo 5:16; Juan 15:8). Asimismo, Pablo indica que alaba a Dios una vida llena de los frutos de justicia (Filipenses 1:11).
RAZONES PARA LA ALABANZA:
Por qué las personas alaban a Dios?
· Una de las razones evidentes es a causa del esplendor, de la gloria y de la majestad de Dios, el que creó los cielos y la tierra (Salmo 96:4-6), el único a quien se debe exaltar en su santidad (Salmo 99:3; Isaías 6:3).
· La experiencia de los actos poderosos de Dios, particularmente sus actos de salvación y redención, es una razón clave para alabar su nombre (Salmo 96:1-3). Al hacerlo, se alaba a Dios por su misericordia, gracia y amor indefectibles (Salmo 57:9-10; Efesios 1:6).
· También es natural que los hijos de Dios lo alaben por cualquier acción específica de liberación en su propia vida, tales como el se librado de los enemigos o sanado de las enfermedades (Salmo 9:1-5; Jeremías 20:13; Lucas 13:13, Hechos 3:7-9).
· Por último, el continuo cuidado providencial y las provisiones de Dios para el creyente cada día, tanto física como espiritualmente, son razones poderosas para alabar y bendecir su nombre (Salmo 68:19; Isaías 63:7)
Como puede verse en todo lo anterior, Dios demanda y se goza en la alabanza de su pueblo, pero no la alabanza reciclada del mundo, cuando simplemente se cambia la letra a algunas canciones que fueron éxito y se le coloca letra cristiana; la Escritura nos enseña que debemos ofrecer “cántico nuevo” (Salmo 33:3), ¿acaso no tendrá el Espíritu de gracia mejores y mas espirituales melodías que inspirar a aquellos que se dispongan?.
Recordemos que la alabanza es para exaltar el nombre del Señor y no para recrear nuestros sentidos.
DIOS TE BENDIGA!!!
LA ALABANZA
Importancia:
A menudo las Escrituras exhortan al pueblo de Dios a que alaben al Señor.
· Los escritores del Antiguo Testamento emplearon tres palabras fundamentales para llamar a los israelitas a alabar a Dios: la palabra barak (por lo general traducida como “bendecir” a Dios); la palabra halal (de la cual se deriva “Aleluya”, que significa “alabad a Jehová”); y la palabra yadah (a veces traducida como “dar gracias”).
· La primera canción de la Biblia, cantada después que los israelitas habían cruzado el Mar Rojo, era esencialmente un canto de alabanza y acción de gracias a Dios (Éxodo 15:2). Moisés le ordenó a los israelitas que cuando entraran en la tierra prometida debían alabar a Dios por su bondad al darles la tierra prometida.
El canto de Débora llamaba específicamente al pueblo a bendecir al Señor (Jueces 5:9).
El deseo de David de alabar a Dios se registra tanto en la historia de su vida como en los salmos que escribió. Otros salmistas también llaman al pueblo de Dios a vivir la vida alabando a Dios (Salmo 33:1-2; 47:6-7; 96:1-4, entre otros).
Por último, los profetas del Antiguo Testamento le ordenan al pueblo de Dios que lo alabe (Isaías 12:1; 25:1; 42:10, 12; Jeremías 20:13; Joel 2:26; Habacub 3:3).
El llamado a alabar a Dios repercute a lo largo del Nuevo Testamento. Jesús mismo alabó a su Padre en el cielo (Mateo 11:25). Pablo espera que todas las naciones alaben a Dios (Romanos 15: 9-11), y Santiago exhorta a los creyentes a alabar al Señor (Santiago 3:9; 5:13). Al final de la descripción presentada en Apocalipsis es de una inmensa multitud de santos y ángeles que alaban a Dios constantemente.
Alabar a Dios es una de las principales funciones de los ángeles (Salmos 103:20) y es el privilegio del pueblo de Dios, tanto de los niños (Mateo 21:16), como de los adultos (Salmo 30:4). Además, Dios llama a todas las naciones a alabarlo (Salmo 67: 3-5; Isaías 42:10-12; Romanos 15:11). En otras palabras, a todo ser humano que respira se le llama a que exprese vigorosamente la alabanza de Dios (Salmo 150:6). Como si eso no fuera suficiente, Dios también manda que lo alabe la naturaleza inanimada, como el sol, la luna y las estrellas (Salmo 148: 9; Isaías 55:12); y toda clase de seres vivientes (Salmo 69:34; 148:10).
MÉTODOS DE ALABANZA:
La alabanza a Dios puede tener lugar de diversas maneras.
· La alabanza es un principio fundamental, en la adoración colectiva del pueblo de Dios (Salmo 100:4)
· Tanto en el ambiente colectivo de adoración como en otras circunstancias, el cantar salmos, himnos y cánticos espirituales es una manera de expresar alabanza a Dios (Salmo 96:1-4; Efesios 5:19-20). La alabanza puede entonarse con la mente o con el Espíritu (es decir, en lenguas espirituales)
· La alabanza musical a Dios puede expresarse mediante diversos instrumentos cuernos en forma de bocinas y trompetas (1 Crónicas 15:28), instrumentos de viento como la zampoña y la flauta (1 Samuel 10:5; Salmo 150:4), instrumentos de cuerdas como el arpa y el salterio (1 Crónicas 13:8; Salmo 150:3), e instrumentos de percusión como los címbalos y panderos (Éxodo 15:20; Salmo 150:5), pero esto no quiere decir que aunque se usen instrumentos que sirven incluso para adorar lo que no es Dios, se usen los mismos ritmos que motivan la carne y mueven al ser humano a hacer cosas indebidas.
· También se puede comunicar la alabanza a Dios al contarles a los demás las obras maravillosas de Dios. David, por ejemplo, habiendo experimentado el perdón de Dios, anhela contarles a los demás lo que el Señor había hecho por él (Salmo 51:12). Otros escritores bíblicos exhortan a declarar la gloria y la alabanza de Dios en la congregación del pueblo de Dios (Salmo 22:22; Hebreos 2:12) y entre las naciones “las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). La obra misionera, en otras palabras, es un modo de alabar a Dios, así que si eres una persona que Dios ha llamado para ministrar su evangelio en un lugar lejano a tu casa, ¡TEN ANIMO, COBRA FUERZA!, porque si lo haces de corazón, tu alabanza a Dios subirá y moverá el trono de la gracia y “muchos creerán por tu palabra”.
· Por último, una vida que se vive para la gloria de Dios es una manera de alabar al Señor. Jesús recuerda que si el creyente deja que brille su luz, la gente verá sus buenas obras y dará gloria y alabanza a Dios (Mateo 5:16; Juan 15:8). Asimismo, Pablo indica que alaba a Dios una vida llena de los frutos de justicia (Filipenses 1:11).
RAZONES PARA LA ALABANZA:
Por qué las personas alaban a Dios?
· Una de las razones evidentes es a causa del esplendor, de la gloria y de la majestad de Dios, el que creó los cielos y la tierra (Salmo 96:4-6), el único a quien se debe exaltar en su santidad (Salmo 99:3; Isaías 6:3).
· La experiencia de los actos poderosos de Dios, particularmente sus actos de salvación y redención, es una razón clave para alabar su nombre (Salmo 96:1-3). Al hacerlo, se alaba a Dios por su misericordia, gracia y amor indefectibles (Salmo 57:9-10; Efesios 1:6).
· También es natural que los hijos de Dios lo alaben por cualquier acción específica de liberación en su propia vida, tales como el se librado de los enemigos o sanado de las enfermedades (Salmo 9:1-5; Jeremías 20:13; Lucas 13:13, Hechos 3:7-9).
· Por último, el continuo cuidado providencial y las provisiones de Dios para el creyente cada día, tanto física como espiritualmente, son razones poderosas para alabar y bendecir su nombre (Salmo 68:19; Isaías 63:7)
Como puede verse en todo lo anterior, Dios demanda y se goza en la alabanza de su pueblo, pero no la alabanza reciclada del mundo, cuando simplemente se cambia la letra a algunas canciones que fueron éxito y se le coloca letra cristiana; la Escritura nos enseña que debemos ofrecer “cántico nuevo” (Salmo 33:3), ¿acaso no tendrá el Espíritu de gracia mejores y mas espirituales melodías que inspirar a aquellos que se dispongan?.
Recordemos que la alabanza es para exaltar el nombre del Señor y no para recrear nuestros sentidos.
DIOS TE BENDIGA!!!
¿ CUÁL ES LA VERDADERA VERDAD ?. JESUCRISTO
EL AGUA DE LOS COCOS
por Carlos Rey
Corría el año de 1878. El presidente de Guatemala, general Justo Rufino Barrios, había acordado reunirse con los jefes de la región oriental de Chiquimula para cambiar impresiones con ellos. Tan pronto como el presidente llegó y estableció su despacho‑campamento a orillas del río Tacó, la gente hospitalaria de Oriente le llevó un racimo de cocos. Hacía mucho calor porque era mediodía. El primer mandatario ordenó abrir los cocos, sacarles el agua y llenarlos con agua del río Tacó.
Poco después llegaron los jefes departamentales, jadeantes y sudorosos. El presidente mandó que a cada jefe se le sirviera uno de los cocos preparados. Al rato les preguntó cómo les parecieron.
—Deliciosísimo, señor presidente. ¡Qué dulzura de agua! —respondió uno.
—Este lugar es especial para producir cocos con mucha agua y tan dulces como la miel —manifestó otro.
Al oír sus respuestas hipócritas, el presidente les dijo contrariado:
—Realmente es desconcertante para quien gobierna y desea de todo corazón el progreso de su pueblo, descubrir que sus dirigentes tienen miedo de decir la verdad. Ninguno de ustedes puede ignorar el hecho que el agua que acaban de beber de los cocos es del río Tacó y no de cualquier cocotero. Si no han podido ser veraces al hablar de una cosa tan simple como el sabor del agua de los cocos, ¿cómo van a serlo con los asuntos que tenemos que tratar esta tarde?1
Así como en esta anécdota los jefes políticos desconocían los verdaderos deseos de su primer mandatario, también muchos de nosotros desconocemos la voluntad de Dios, nuestro Jefe Supremo. No sabemos que a todos nos ha sometido a una prueba sencilla —la de decirle sí a la verdad—, y que nos toca a todos por igual optar por rechazar la verdad o aceptarla. La decisión es nuestra.
Poco antes de partir de esta tierra, Jesucristo, al ser interrogado, aclara que vino al mundo para dar testimonio de la verdad. Pilato le hace entonces la pregunta filosófica de los siglos: «¿Y qué es la verdad?» Pero no espera a que Jesús le responda, sino que se dispone de inmediato a complacer a los jefes judíos del siglo primero,2 así como los jefes guatemaltecos del siglo diecinueve querían complacer a su primer mandatario.
Lo cierto es que Jesús ya había dado respuesta a esa pregunta cuando le dijo al apóstol Tomás: «Yo soy... la verdad.»3 Pilato llegó a conocer a esa Verdad en persona porque la tuvo encarnada frente a él, pero no la reconoció como tal. En vez de aceptarla, mandó crucificarla. Tenía el poder humano para poner en libertad a Jesús, pero no comprendió que Jesús tenía el poder divino para liberarlo a él. Así que optó por rechazar a aquella Verdad que una vez dijera: «Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.»4
1Óscar Hugo Álvarez Gómez, Anécdotas del General de División Don Justo Rufino Barrios, 2a ed. (Guatemala: Editorial del Ejército, 1984), pp. 67-68.
2Jn 18:37—19:16
3Jn 14:6
4Jn 8:32
www.conciencia.net
por Carlos Rey
Corría el año de 1878. El presidente de Guatemala, general Justo Rufino Barrios, había acordado reunirse con los jefes de la región oriental de Chiquimula para cambiar impresiones con ellos. Tan pronto como el presidente llegó y estableció su despacho‑campamento a orillas del río Tacó, la gente hospitalaria de Oriente le llevó un racimo de cocos. Hacía mucho calor porque era mediodía. El primer mandatario ordenó abrir los cocos, sacarles el agua y llenarlos con agua del río Tacó.
Poco después llegaron los jefes departamentales, jadeantes y sudorosos. El presidente mandó que a cada jefe se le sirviera uno de los cocos preparados. Al rato les preguntó cómo les parecieron.
—Deliciosísimo, señor presidente. ¡Qué dulzura de agua! —respondió uno.
—Este lugar es especial para producir cocos con mucha agua y tan dulces como la miel —manifestó otro.
Al oír sus respuestas hipócritas, el presidente les dijo contrariado:
—Realmente es desconcertante para quien gobierna y desea de todo corazón el progreso de su pueblo, descubrir que sus dirigentes tienen miedo de decir la verdad. Ninguno de ustedes puede ignorar el hecho que el agua que acaban de beber de los cocos es del río Tacó y no de cualquier cocotero. Si no han podido ser veraces al hablar de una cosa tan simple como el sabor del agua de los cocos, ¿cómo van a serlo con los asuntos que tenemos que tratar esta tarde?1
Así como en esta anécdota los jefes políticos desconocían los verdaderos deseos de su primer mandatario, también muchos de nosotros desconocemos la voluntad de Dios, nuestro Jefe Supremo. No sabemos que a todos nos ha sometido a una prueba sencilla —la de decirle sí a la verdad—, y que nos toca a todos por igual optar por rechazar la verdad o aceptarla. La decisión es nuestra.
Poco antes de partir de esta tierra, Jesucristo, al ser interrogado, aclara que vino al mundo para dar testimonio de la verdad. Pilato le hace entonces la pregunta filosófica de los siglos: «¿Y qué es la verdad?» Pero no espera a que Jesús le responda, sino que se dispone de inmediato a complacer a los jefes judíos del siglo primero,2 así como los jefes guatemaltecos del siglo diecinueve querían complacer a su primer mandatario.
Lo cierto es que Jesús ya había dado respuesta a esa pregunta cuando le dijo al apóstol Tomás: «Yo soy... la verdad.»3 Pilato llegó a conocer a esa Verdad en persona porque la tuvo encarnada frente a él, pero no la reconoció como tal. En vez de aceptarla, mandó crucificarla. Tenía el poder humano para poner en libertad a Jesús, pero no comprendió que Jesús tenía el poder divino para liberarlo a él. Así que optó por rechazar a aquella Verdad que una vez dijera: «Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.»4
1Óscar Hugo Álvarez Gómez, Anécdotas del General de División Don Justo Rufino Barrios, 2a ed. (Guatemala: Editorial del Ejército, 1984), pp. 67-68.
2Jn 18:37—19:16
3Jn 14:6
4Jn 8:32
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sábado, 21 de noviembre de 2009
¿ CUÁNTO PUEDE VALER LA BIBLIA ?
UNA PÁGINA: CIENTO SETENTA Y CINCO MIL DÓLARES
por el Hermano Pablo
Aquella era una fresca tarde de otoño en Londres. John Fuggles, anciano anticuario y ratón de biblioteca, se dispuso a realizar su ocupación favorita: husmear en viejos archivos y documentos.
Tomó un viejo paquete de papeles, que llevaban muchos años dormidos en un cajón, y se fijó en la envoltura. Era una página de la Biblia. Tomó una lupa de gran aumento y examinó el papel apergaminado, las letras dibujadas a mano, las marcas de una gran antigüedad.
Para su sorpresa y satisfacción, acababa de hallar una página perdida de la llamada «Biblia Ceolfrid», publicada alrededor del año 713 d.C., mil doscientos años atrás. Se calculó que el valor de esa preciosa página era de unos ciento setenta y cinco mil dólares.
¡Qué valor adquieren las cosas antiguas para los coleccionistas! Para estas personas que parecen vivir revolviendo el pasado más que atisbando el porvenir, un documento antiguo, una carta de Pedro el Grande o un manuscrito griego, adquieren valor gigantesco.
Lo que John Fuggles descubrió fue una página de una Biblia manuscrita, editada en los tiempos cuando apenas comenzaba la Edad Media, una Biblia escrita en Latín, y que habrá sido leída sólo por unos cuantos monjes eruditos.
Si una sola página de esa Biblia valía ciento setenta y cinco mil dólares, ¿cuánto valdría la Biblia entera? Millones. Pero el valor de la Biblia no reside en que es un libro antiguo, escrito en pergamino, con letras dibujadas a mano e iluminadas con oro, plata y colores. Esas son Biblias de coleccionistas, buenas sólo para ellos. El verdadero valor de la Biblia reside en que es un libro viviente, un libro antiguo pero con un mensaje actual, especial para todo hombre y toda mujer del siglo veintiuno con sus problemas, sus angustias y sus esperanzas. Es un libro que Dios mandó escribir, inspiró, guardó y protegió de la destrucción, y manda que lo lea todo el mundo en todas partes.
La Biblia no es, ni debe ser, una curiosidad de museo. Debe ser el libro de los gobernantes, el libro de los intelectuales, el libro de las almas piadosas, el libro de los pecadores que buscan la salvación. En otras palabras, debe ser el libro del pueblo.
La Biblia es el libro que traza el camino de la salvación en Cristo y de la reconciliación con Dios para todo ser humano que puebla este planeta.
www.conciencia.net
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Aquella era una fresca tarde de otoño en Londres. John Fuggles, anciano anticuario y ratón de biblioteca, se dispuso a realizar su ocupación favorita: husmear en viejos archivos y documentos.
Tomó un viejo paquete de papeles, que llevaban muchos años dormidos en un cajón, y se fijó en la envoltura. Era una página de la Biblia. Tomó una lupa de gran aumento y examinó el papel apergaminado, las letras dibujadas a mano, las marcas de una gran antigüedad.
Para su sorpresa y satisfacción, acababa de hallar una página perdida de la llamada «Biblia Ceolfrid», publicada alrededor del año 713 d.C., mil doscientos años atrás. Se calculó que el valor de esa preciosa página era de unos ciento setenta y cinco mil dólares.
¡Qué valor adquieren las cosas antiguas para los coleccionistas! Para estas personas que parecen vivir revolviendo el pasado más que atisbando el porvenir, un documento antiguo, una carta de Pedro el Grande o un manuscrito griego, adquieren valor gigantesco.
Lo que John Fuggles descubrió fue una página de una Biblia manuscrita, editada en los tiempos cuando apenas comenzaba la Edad Media, una Biblia escrita en Latín, y que habrá sido leída sólo por unos cuantos monjes eruditos.
Si una sola página de esa Biblia valía ciento setenta y cinco mil dólares, ¿cuánto valdría la Biblia entera? Millones. Pero el valor de la Biblia no reside en que es un libro antiguo, escrito en pergamino, con letras dibujadas a mano e iluminadas con oro, plata y colores. Esas son Biblias de coleccionistas, buenas sólo para ellos. El verdadero valor de la Biblia reside en que es un libro viviente, un libro antiguo pero con un mensaje actual, especial para todo hombre y toda mujer del siglo veintiuno con sus problemas, sus angustias y sus esperanzas. Es un libro que Dios mandó escribir, inspiró, guardó y protegió de la destrucción, y manda que lo lea todo el mundo en todas partes.
La Biblia no es, ni debe ser, una curiosidad de museo. Debe ser el libro de los gobernantes, el libro de los intelectuales, el libro de las almas piadosas, el libro de los pecadores que buscan la salvación. En otras palabras, debe ser el libro del pueblo.
La Biblia es el libro que traza el camino de la salvación en Cristo y de la reconciliación con Dios para todo ser humano que puebla este planeta.
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