Todos los miembros de la iglesia consideran las Escrituras como la única verdad de Dios para un mundo perdido y agonizante, deben amarlas, atesorarlas y protegerlas...
“Escritura”, como se emplea en 2Timoteo 3:16, se refiere principalmente a los escritos del Antiguo Testamento (3:15). Sin embargo, hay indicios de que cuando Pablo escribió 2 Timoteo ya algunos de los escritos del Nuevo Testamento se consideraban como Escrituras inspiradas y autorizadas.
En la actualidad, la Escritura se refiere a los escritos autorizados del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, es decir, “La Biblia”. Son el mensaje original de Dios para la humanidad y el único testimonio infalible de la actividad salvadora de Dios para las personas.
Pablo afirma que toda la Escritura es “inspirada por Dios” (del griego teopneustos, de dos vocablos griegos: teos, que significa Dios y pneo, que siginifica respirar). La Escritura es la propia vida y Palabra de Dios. Desde las palabras mismas de los manuscritos originales, la Biblia es absolutamente veraz, digna de confianza e infalible. Eso es cierto no sólo cuando trata de la salvación, los valores éticos y la moralidad, sino también en todos los temas que trata, incluso la historia y el cosmos.
Los escritores del Antiguo Testamento estaban conscientes de que lo que le decían al pueblo y lo que escribían era la Palabra de Dios para ellos (Deuteronomio 18:18; 2Samuel 23:2). Vez tras vez, los profetas iniciaban sus advertencias indicando que eran “palabra de Jehová”.
Jesucristo también enseñó que la Escritura es la Palabra inspirada de Dios incluso en los detalles más insignificantes (Mateo 5:18). Afirmó que todo lo que dijo lo recibió del Padre y es verdadero (Juan 5:18, 30-31; 7:16; 8:26). Además de eso se refirió a la revelación que vendría de parte del Espíritu Santo por medio de los apóstoles (Juan 16:13).
Por lo tanto, negar la total inspiración de las Sagradas Escrituras es poner a un lado el testimonio fundamental de Jesucristo (Mateo 5:18; 15:3-6; Lucas 16:7; 25:25-27), al Espíritu Santo (Juan 15:26; 16:13; 1Corintios 2:12-13; 1Timoteo.1) y a los apóstoles (2Timoteo 3:16; 2Pedro 1:20-21). Además, limitar o descartar su infalibilidad es menoscabar su autoridad divina.
En su obra de inspiración por su Espíritu, Dios, sin cambiar la personalidad de los escritores, los dirigió de manera que escribieran sin error (2Timoteo 3:16; 2Pedro 1:20-21).
La Palabra inspirada de Dios es la expresión de la sabiduría y el carácter de Dios, y por eso puede dar sabiduría y vida espiritual mediante la fe en Cristo (Mateo 4:4; Juan 6:63; 2Timoteo 3:15; 1Pedro 2:2).
La Biblia es el testimonio verídico e infalible de Dios de su actividad salvadora por la humanidad en Jesucristo. Por eso la Escritura es incomparable, concluida para siempre y de especial obligatoriedad. No hay palabras humanas ni declaraciones de instituciones religiosas que igualen su autoridad.
Todos los comentarios, las doctrinas, las interpretaciones, las explicaciones y las tradiciones deben juzgarse y legitimarse mediante las palabras y el mensaje de las Escrituras (Deuteronomio 13:3).
La Palabra de Dios se debe recibir, creer y obedecer como la autoridad última de todas las cosas relacionadas con la vida y la piedad (Mateo 5:17-19; Juan 14:21; 15:10). Debe usarse en la iglesia como la autoridad definitiva en todos los asuntos para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia (2Timoteo 3:16-17). Nadie puede someterse al señorío de Cristo sin someterse a Dios y a su Palabra como la máxima autoridad (Juan 8:31-32, 37).
Se puede entender la Biblia sólo cuando se está en buena relación con el Espíritu Santo, Él es quien abre el entendimiento para comprender su significado y da el testimonio interior de su autoridad.
Se debe usar la Palabra inspirada de Dios para vencer el poder del pecado, a Satanás y al mundo en la vida (Mateo 4:4; Efesios 6:12, 17; Santiago 1:21).
Todos los miembros de la iglesia consideran las Escrituras como la única verdad de Dios para un mundo perdido y agonizante, deben amarlas, atesorarlas y protegerlas. Hay que proteger sus doctrinas manteniéndose fiel a sus enseñanzas, proclamando su Mensaje salvador, confiándola a personas dignas de confianza y defendiéndola de todos los que desfiguran o tratan de destruir sus verdades eternas (Filipenses 1:16; 2Timoteo 1:13-14). Nadie tiene la autoridad de agregar algo a las Escrituras ni tampoco de quitar algo (Apocalipsis 22:19).
Por último, se debe observar que la inspiración infalible se aplica sólo a la escritura original de los libros bíblicos. Por eso, cuando se encuentre en las Escrituras algo que parezca erróneo, en vez de suponer que el escritor cometió un error, vale recordar que hay tres posibilidades al respecto: a) las copias que existen del manuscrito original tal vez no sean del todo precisas; b) la traducción actual de los textos bíblicos hebreos o griegos pudiera ser defectuosa; o c) La comprensión o interpretación del texto bíblico pudiera ser deficiente o incorrecta.
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