miércoles, 8 de julio de 2009

DIA 16 PERMANECER: EL CENTRO DE LA VIDA CRISTIANA

¿Cómo me mantengo cerca de Jesús?

Si en el transcurso de estos treinta días le pudiera dejar un solo anhelo ardiente, sería éste: Mantenerse estrechamente conectado a Jesús. El término que utiliza la Biblia es “permanecer” con Jesús, que significa mantenerse unido a Él; seguir conectado de una manera íntima. (Una rápida observación aquí: cuando hablamos de “permanecer” —de mantenerse cerca de Jesús—, yo sigo siendo un aprendiz. Es un aspecto en el cual, como la mayoría de los cristianos, sigo necesitando crecer).

Hay quienes afirman que la clave para mantenerse cerca de Jesús es aprender “doctrina”; las enseñanzas fundamentales de la fe cristiana. Sin duda alguna, una doctrina sólida es importante. En su ausencia, muchos han caído en el error. Sin embargo, como señala Oswald Chambers, “es posible saberlo todo acerca de la doctrina, y aun así, no conocer a Jesús. El alma peligra cuando el conocimiento de la doctrina se vuelve más importante que el contacto íntimo con Jesús” (16 de agosto).

Otros dirán que seguir a Jesús consiste en hacer buenas obras. También las buenas obras son importantes, y Dios las elogia; por ejemplo, esto es lo que dice Pablo en su amonestación contra la pereza: “Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien” (2 Tesalonicenses 3:13). Sin embargo, nuestra actividad se puede convertir fácilmente en un sustituto para ese “permanecer”, que es como poner el carro delante del caballo, porque como veremos, las buenas obras brotan de la relación estrecha con Jesús.

En el capítulo 15 del evangelio de Juan, Jesús presenta una poderosa metáfora para describir la intimidad que Él anhela tener con usted:

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer (Juan 15:4, 5).

Las ramas de un árbol dependen por completo de que el tronco las soporte, las alimente y les dé vida. Desde el momento en que se corta una rama, se seca y muere. En cambio, cuando está debidamente conectada, existe un continuo flujo de vida. Esta transmisión de energía, fortaleza —de hecho, propósito— es la que produce el “buen fruto”, una vida fructífera; productiva.

Ésta es la relación en la cual “permanecía” Jesús con su Padre. Si usted sigue el modelo que Él estableció, se mantendrá estrechamente conectado con Él y con el Padre.

Jesús tenía una confianza total; sabía que el Padre conocía lo necesario y lo mejor.
Jesús estaba en un diálogo continuo, observando y escuchando las iniciativas del Padre, para obedecerlas de inmediato.
Jesús disfrutaba de estar en la presencia del Padre, habitando seguro en su amor, cuidado y protección.

Oswald Chambers, a quien he citado anteriormente, dijo en su escrito para el 14 de junio que se puede “permanecer” —mantenerse cerca de Jesús— “en los asuntos intelectuales, en los de dinero y en todos los asuntos que hacen de la vida humana lo que es”.

He aquí el principal reto con el que se va a encontrar: Se va a sentir como que necesita hacer algo primero… antes de poder “permanecer”. ¡Eso es una trampa! Se permanece ahora, no en el futuro. Y es aquí, no allí. Haga de este mantenerse cerca de Jesús el objetivo primordial de su caminar cristiano. Aprenda a permanecer en Él.
Texto bíblico clave Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros (Santiago 4:8).
Pensamiento clave Se permanece ahora.

© JOHN D. BECKETT

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