miércoles, 8 de julio de 2009

DIA 24 UN PUNTO DE VISTA ETERNO

¿Cómo me mantengo centrado en aquello que es perdurable y que tiene la mayor de las importancias?

Cuando estamos estudiando para un examen, cambiándole los pañales a un bebé o cerrando un trato de negocios, nos es difícil pensar gran cosa en la eternidad. La mayor parte del tiempo, nuestra atención se centra en lo próximo que tenemos que hacer; en aquello que tenemos delante de nuestros ojos.

Sin embargo, el rey Salomón, a quien Dios le dio una gran sabiduría, dijo: “Y [Dios] ha puesto eternidad en el corazón de ellos” (Eclesiastés 3:11). Por eso, aunque nos encontremos en medio de las presiones de la agitación diaria, muy dentro de nosotros sigue habiendo algo que nos llama a comprender lo eterno; aquello que es perdurable, y que tiene la mayor de las importancias. (Dicho sea de paso, esta añoranza se evidencia en preguntas de búsqueda que han llevado a las personas a leer este estudio, como la de “¿Qué hay después de esta vida?”).

Nuestra ventana a la dimensión eterna es la Biblia. (Tengo que decirle que yo pondría en tela de juicio toda fuente que no fuera la Biblia, y que dijera saber cómo es la eternidad, o qué nos depara el futuro). Jesús describió de esta forma la vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Las Escrituras sostienen que la promesa de la eternidad es tan segura como la realidad de esta vida. Cuando Jesús dijo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo *unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16, NVI), estaba reafirmando la existencia de un enlace directo e inmutable entre la fe y la eternidad. Cuando nos entregamos a Jesús, Él nos abre gozoso y lleno de amor el camino para que estemos con Él por siempre. La eternidad causa un profundo impacto en nuestra vida aquí en la tierra, y también en la vida futura; la vida más allá de la muerte.

Nuestra unidad íntima y eterna con el Señor y con nuestro Dios es tan maravillosa, que sobrepasa infinitamente todo precio que haya que pagar, y todo sufrimiento que tengamos que soportar en esta vida, aunque sea la vida misma. La eternidad, y en ella se incluye la vida futura, es aquello para lo cual fuimos hechos, verdad que nos presenta el apóstol Pablo:

Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efesios 2:6, 7).

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (Filipenses 3:20, 21).

Si usted mantiene ese punto de vista —el punto de vista de la eternidad— se va a convertir en la fuente principal de gozo verdadero para usted, y le dará la energía que necesita para perseverar, cualquiera que sea la prueba. Pablo dijo que “la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3, 4).

Por gratificante o llena de pruebas que sea su vida diaria, comparada con los propósitos eternos que Dios tiene con nosotros, no es más que un momento; un vapor que se esfuma. Gracias a Dios, el plan que Él tiene para usted es tan grande, tan extraordinario, que ni siquiera le es posible imaginárselo. Ciertamente, Él le ha puesto la eternidad en el corazón, y tendrá un cuidado infinito para lograr que sus añoranzas más profundas sean eternamente cumplidas eternidad.
Texto bíblico clave Guíame en el camino eterno (Salmo 139:24).
Pensamiento clave Yo he sido diseñado para la eternidad.

© JOHN D. BECKETT

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