miércoles, 8 de julio de 2009

DIA 26 EN, PERO NO DE

¿Cómo mantengo el equilibrio en mi vida diaria?

Uno de los grandes dilemas de la vida cristiana es saber cómo nos debemos relacionar con el mundo que nos rodea. En mi caso, esto ha constituido un reto de toda la vida. Tal como dije con anterioridad, sé que he sido “llamado” al mundo de los negocios. Sin embargo, con ese llamado me encuentro funcionando a diario en medio de un ambiente que no es cristiano. Muchas veces me relaciono con personas que no conocen a Cristo, y es posible que no tengan interés alguno en mis creencias (hasta puede que sean contrarios a ellas). Tengo que enfrentarme con ideas e ideales que están sumergidos en el materialismo, el egoísmo y la codicia. Trabajo junto a otros cuyo estilo de vida y cuyos hábitos son contrarios a los esquemas bíblicos. El “mundo caído” nunca está lejos de mí.

Cuando tratamos de navegar por las turbulentas aguas del mundo que nos rodea, podemos cometer dos tipos de errores. Uno de ellos consiste en aislarnos, la dirección que llevan al extremos aquéllos que se han unido a diversas órdenes monásticas a lo largo de la historia. De hecho, este enfoque nos mantiene separados del mundo tan confuso que nos rodea. Ahora bien, si nuestro aislamiento les roba a otros el testimonio de un seguidor de Jesús lleno del Espíritu, ¿acaso no será un egoísmo de parte nuestra?

El otro error consiste en asimilarnos; en parecernos tanto a los que nos rodean, que no exista ninguna diferencia visible. Con frecuencia, éste es el estado mental de los creyentes que llevan dos vidas: una vida religiosa (digamos que en el hogar y en los fines de semana) y una vida en el lugar de trabajo, donde el enfoque espiritual queda silenciado porque hay que trabajar “en el mundo real”. En el último libro del Asambleas de Dios, el profeta Malaquías profetizó que llegaría un día en que habría una clara distinción entre los justos y los injustos; entre los que sirven al Señor y los que no le sirven (vea Malaquías 3:18). Nuestra vida debe reflejar esa distinción. Debemos ser diferentes en aquellas formas que sean importantes, al mismo tiempo que permanecemos accesibles en las otras formas que nos comprometen en la vida de los demás.

Jesús fue modelo de un enfoque en el cual ni se aisló ni se dejó asimilar, y eso fue lo que nos enseñó. Él interactuaba continuamente con las personas donde mismo ellas estaban, en “las plazas de mercado” de sus tiempos. Tomó a sus colaboradores más estrechos de entre personas con un oficio y profesionales, y sus enseñanzas se centraron en el mundo cotidiano: “El sembrador salió a sembrar”; “El reino de los cielos es semejante a un mercader” (vea Mateo 13:3, 45). Aunque Él se sumergió por completo en el mundo que lo rodeaba, lo hizo sin perder ni un ápice de su consagración al Padre, y sin desviarse lo más mínimo de su integridad o de sus valores.

Las enseñanzas de Jesús estaban de acuerdo con su ejemplo personal. Cuando oró por sus discípulos, dijo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15). A sus seguidores les indicó: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mateo 5:13). (La sal tiene las cualidades de limpiar, dar sabor y conservar los alimentos, pero no sirve de nada si se la mantiene metida en una caja o en una botella).

Usted no ha recibido una vida nueva para que se aísle, ni ha sido transformado sólo para que se asimile. Ha sido llamado a Cristo, en primer lugar para que sea suyo con corazón, alma, mente y fuerzas, y después enviado en su poder a un mundo necesitado. Esto es lo que dijo Pablo: “Somos embajadores en nombre de Cristo… colaboradores suyos” (2 Corintios 5:20; 6:1).

Billy Graham compara su papel en el mundo con el de la Corriente del Golfo cuando desemboca en las frías aguas del océano Atlántico: “La Corriente del Golfo está en el océano, pero no forma parte de él. Los creyentes están en el mundo, y sin embargo, no deben dejarse absorber por él”. El calor que llevan las aguas de la Corriente del Golfo afecta profundamente al clima de muchos lugares del mundo. De hecho, en las costas de Escocia crecen palmeras, mientras que más al este, en la misma latitud, se encuentra la Siberia, que experimenta uno de los inviernos más crudos del mundo. Como la Corriente del Golfo, es necesario que usted retenga su identidad y su razón de existir, pero que también afecte al clima que lo rodea, al lugar donde vive y al lugar donde trabaja. Usted está en el mundo, pero no es de él.
Texto bíblico clave Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo (Juan 17:18).
Pensamiento clave Es muy posible que yo sea la única Biblia que llegue a leer mi vecino.

© JOHN D. BECKETT

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