¿Está seguro mi futuro en sus manos?
Según vamos creciendo en nuestra relación con el Señor, vamos descubriendo que cada vez podemos confiar más en Él. Cuando Wendy y yo estábamos comenzando nuestra familia, nos pasábamos largas horas conversando acerca de la clase de mundo que encontrarían nuestros hijos. (Es probable que todas las generaciones hayan tenido esa misma preocupación). Aunque nos seguimos preguntando hacia dónde se dirige este mundo tan lleno de tribulaciones, ha crecido nuestra tranquilidad en cuanto a que nuestro futuro se halla seguro en las manos de Dios. Más que limitarnos a confiar en Él en todo lo que suceda, confiamos en Él en cuanto a lo que va a suceder.
A esta confianza le da seguridad la comprensión de que la historia no es sólo la historia de la humanidad. Es la historia del Señor, su propia historia. Tiene un principio y un final. No es circular, como afirman algunas religiones, sino lineal. Hay tres puntos principales que definen la trayectoria del ser humano.
La creación. La frase con la que comienza la Biblia es “En el principio” (Génesis 1:1), y Jesús estaba presente: “Éste era en el principio con Dios” (Juan 1:2). A partir de este punto, la historia se va desarrollando de forma sistemática y progresiva.
La redención y la restauración. El nacimiento, la muerte y la resurrección de Jesús se convirtieron en el cumplimiento del plan de Dios para restaurar su relación con su creación, y el punto de apoyo sobre el cual giran todos los sucesos mundiales.
La consumación. La historia culminará en lo que Pablo llama la “consumación” o el “cumplimiento de los tiempos”, en el cual Dios reunirá “todas las cosas en Cristo… así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:10).
En estos momentos nos hallamos en el período que terminará con la consumación. Lo más probable es que en los tiempos que tenemos por delante veamos unos retos y unas dificultades cada vez mayores en toda la tierra, pero podemos descansar tranquilos, en la seguridad de que Dios tiene el control firme y pleno de todo.
Entonces, ¿dónde encajamos nosotros en todo esto? Desde nuestra limitada perspectiva, es posible que nos parezca que las cosas de la vida diaria suceden al azar, y sin conexión entre sí, como si estuviéramos mirando uno por uno los hilos de un tapiz desde el revés de la tela. Sin embargo, desde el punto de vista de Dios no hay nada al azar. Él ve el tapiz desde arriba, y lo que ve es un esquema exquisito. Cada persona y cada suceso tiene su razón de ser, ya se trate de un nacimiento, de una muerte, de los resultados de unas elecciones, de una derrota militar o un descubrimiento de la tecnología (como la computadora que usted está usando ahora mismo).
La forma en que se van a producir los sucesos futuros, sencillamente no la sabemos. Pero Dios sí la sabe, y una vez más, podemos confiar por completo en Él. Eso no quiere decir que nos volvamos pasivos, y tomemos la actitud de aceptar que venga lo que venga, sino más bien lo opuesto. Tal como nos lo indicó Jesús, debemos estar vigilantes y muy atentos, sobre todo mientras más se acerca el fin (vea Mateo 24:42).
Uno de mis textos bíblicos favoritos define las reglas del combate y el enfoque que deben tener nuestros afectos mientras atravesamos el presente rumbo al futuro:
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (Hebreos 12:1, 2).
Imagínese: los pioneros de la fe contemplándolo mientras usted corre su carrera. Cuán apropiado es el consejo de que se desprenda de todo lo que pese y mantenga los ojos firmemente fijos en Jesús, Aquél que ya ha ganado la victoria.
Aprenda de memoria estos versículos de Hebreos y haga de ellos su inspiración diaria. Pase lo que pase, puede tener la seguridad de que el Señor, que estaba presente en el principio, y ha estado presente todo el tiempo, es el que va a escribir el último capítulo, y que va a ser un capítulo glorioso.
Texto bíblico clave Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin (Apocalipsis 21:6).
Pensamiento clave Lo esencial en la historia es la historia de Dios. Gracias a su amor y su interés por mí, yo formo parte de esa historia.
© JOHN D. BECKETT
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