miércoles, 8 de julio de 2009

DIA 9 EL CONSOLADOR

¿Cómo debo vivir la vida cristiana?

Si tratamos de responder esta pregunta desde un punto de vista humano, siempre gravitaremos hacia una orientación llena de normas —haz esto, no hagas lo otro—, puestas en práctica por nuestra propia voluntad y nuestro esfuerzo humano. Este enfoque está destinado a fracasar. Sencillamente, no forma parte de los designios de Dios.

El apóstol Pedro afirma que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad (vea 2 Pedro 1:3). La clave para vivir la vida cristiana consiste en recibir eso de lo que Dios nos ha provisto. Una de las formas principales en que nos llega esa provisión es por medio del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad. (La Trinidad, o Divinidad, incluye al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Tres en Uno y Uno en Tres).

Aunque el Espíritu Santo participó en la obra de Dios desde el principio de la creación, les fue impartido a los seguidores de Jesús de una forma poderosa después de la muerte y resurrección del Señor. Antes de ascender al cielo, Él les ordenó a sus seguidores que esperaran la Promesa del Padre, diciéndoles: “Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5).

Esto los llevó a recordar unas palabras anteriores de Jesús:
(El Padre) os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre (Juan 14:16).
El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho (Juan 14:26).
Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré (Juan 16:7).
Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad (Juan 16:13).

Fiel a su palabra, el Padre envió con poder al Espíritu Santo diez días después que Jesús ascendiera al cielo, en el día de la fiesta judía de Pentecostés. Esto se halla registrado en el segundo capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles. He aquí cómo E. Stanley Jones, quien fuera misionero en la India en el siglo XX, describe el impacto que causó: “En Pentecostés, unos tímidos creyentes fueron transformados en apóstoles irresistibles”.

El Espíritu Santo es la provisión de Dios para que usted pueda vivir de manera triunfante la vida cristiana hoy. Algunas de sus características lo ayudarán a conocerlo y a discernir su actividad.
Obra calladamente, sin entrometerse ni exigir.
Siempre señala hacia el Padre y el Hijo para glorificarlos, sin atraer nunca la atención hacia sí mismo.
Nos instruye al hablarle a nuestro espíritu humano, ahora despierto (pensamientos e impresiones que se hallan claramente más allá de nuestros procesos naturales).
Siempre está presente, y siempre puede prestar su ayuda.
Correcta, advierte y adapta con delicadeza (lo que se nos exige a nosotros es que seamos muy sensibles para detectar su voz).

Cuando lea la Biblia, en especial el Nuevo Testamento, manténgase alerta para captar las frecuentes y variadas formas en que el Espíritu Santo guiaba las actividades del pueblo de Dios. Él nos quiere ayudar de esas formas a nosotros también hoy.

Dedique ahora mismo un instante para darle gracias a Dios por su maravillosa provisión. Abra su corazón, su mente y su espíritu al Consolador, al Espíritu Santo, y a la forma en que Él quiere actuar en su vida. Hágalo ahora mismo.
Texto bíblico clave Él (el Espíritu Santo) os guiará a toda la verdad (Juan 16:13).
Pensamiento clave Dios me ha provisto de todo cuanto necesito mientras camino con Él.

© JOHN D. BECKETT

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