Quien está en mí y yo en él, ese dará mucho fruto, porque sin mí, no podéis hacer nada.
Juan 15:5
Un universitario cristiano, pasó el verano con un grupo de leñadores, que no tenían el mínimo interés en la religión. Cuando volvió, le preguntaron si había sido difícil ser el único cristiano entre todos. Él contestó: De ninguna manera, ellos ni se dieron cuenta.
Me parece que lo que el estudiante dijo, es imposible que suceda, porque él estaba muy seriamente comprometido con Cristo.
Jesús dice: “Quien está en mí y yo en él, ese dará mucho fruto.” (Juan 15:5) y el fruto, como todo el mundo sabe, son resultados visibles.
Quien es de Cristo, quien heredó su nombre, siempre es identificado. Es como negar todo lo que el nombre cristiano representa, si los que nos rodean no nos reconocen por aquello que somos, un cristiano.
Lo triste es saber, que a veces, los otros no nos reconocen como cristianos. Nuestros vecinos, familiares o colegas de trabajo, puede ser que no sepan quienes somos y a quien estamos representando. A veces parece que es más seguro y cómodo ocultar nuestro cristianismo, de tal manera que llega a un punto cuando el “pueblo de Dios” ya no se parece más a Él. Si no nos queremos parecer a Cristo, es mejor dejar de ser cristianos.
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