lunes, 19 de enero de 2009

El peso de una oración

Mateo 6:31-33 (RVA)

No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.


Poco después de la Segunda Guerra Mundial una mujer entró en una tienda de alimentación y pidió comida suficiente para una comida de Navidad para sus hijos. Cuando el dueño preguntó cuánto podría pagar, ella respondió:

<>

El hombre, un incrédulo inmutado ante la necesidad de la mujer, dijo sarcásticamente:

<>.

Para su sorpresa, ella sacó una nota doblada del bolsillo, y se la dio.

<>, contestó de inmediato.

Sin siquiera leerla, la puso en un platillo de sus anticuadas balanzas.

<>.

Para sobresalto suyo, no sucedió nada cuando puso una hogaza de pan en el otro platillo. Pero se sobresaltó más cuando añadió otros artículos y seguía sin suceder nada. Finalmente dijo malhumorado:

<>.

Con un sollozante <> la mujer salió feliz. El tendero descubrió poco después que tenía las balanzas averiadas.

Con el paso de los años, seguía preguntándose si aquello había sido una mera coincidencia. ¿ Por qué la mujer tenía la oración ya escrita antes de que él le la pidiera? ¿ Cómo es que vino justo en el momento en que el mecanismo se había roto? Siempre que mira a aquella hoja de papel con su petición, se asombra, porque dice:

"Por favor, amado Señor, ¡danos hoy nuestro pan de cada día!"

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