Salmo 62:10 (RVA)
No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcáis; Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.
"No vale la pena robar esta casa", dijo un ladrón que parecía pensar que estaba perdiendo su tiempo. Según un informe de noticias, el ladrón entró por la fuerza en una casa y amenazó a su dueño con un cuchillo mientras buscaba dinero. Registró el lugar a fondo, pero sólo encontró tres dólares en monedas y cinco en una billetera mas unas cuantas joyas baratas.
Aparentemente, el ladrón concluyó que el dueño estaba en peores condiciones que él, por lo que devolvió los ocho dólares que iba a robar. "Creo que estaba disgustado, dijo la víctima de 32 años. No podía creer que ése fuera todo el dinero que yo tenía".
Tal vez nos sonriamos ante la mala suerte de este ladrón. Pero muchas veces podemos tener una experiencia similar. Sucede que siempre tratamos de tomar algo que Dios no nos ha dado. Y por el camino de la envidia, los celos, el adulterio, el robo o simplemente la pura terquedad siempre trae más problemas que beneficios.
El rey David desde su terraza una noche observó una mujer y la deseó, la tomó y no le importó que fuera la esposa de uno de sus soldados que se encontraba en batalla. Ella quedó embarazada y David hizo marchar a su esposo al frente de la batalla para que muriera y así eliminar el problema. Como resultado de esto el hijo, producto de la unión de los dos, murió al nacer. David aprendió a las malas, cuando robó la esposa de Urías terminó con muchos más problemas y menos felicidad que lo que había calculado.
Padre, ayudarnos a creer que nunca vale la pena tomar lo que tú no nos has dado. Ayuda nos ha no desperdiciar nuestras vidas en pos de cosas que te excluyen a ti nos dejan vacíos.
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