miércoles, 21 de enero de 2009

¿Quién es ese hombre?

Hechos 4:12 (RVA)

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.


Hace casi veinte siglos hubo un hombre nacido de una manera contradictoria a las leyes de la vida. Su muerte fue contradictoria a las leyes de la muerte. Vivió en pobreza. No poseyó ninguna riqueza ni prestigio social. En su infancia hizo estremecer a un rey. En sus primeros años confundió a los sabios. En su edad adulta dominó el curso de la naturaleza. Caminó sobre las olas como si fueran pavimento y calmó al mar.

No tuvo plantaciones de maíz o pescaderías, no obstante pudo preparar una mesa para 5.000 personas y tener pan y pescado de sobra.

Curó a las multitudes sin necesidad de medicamentos y no cobró por sus servicios. Nunca escribió un libro y aún todas las bibliotecas del mundo podrían contener los volúmenes que han sido escritos acerca de Él.

Jamás compuso una canción y todavía sigue proporcionando tema para más canciones que todos los compositores juntos no han logrado. No fundó un colegio, pero todos los centros educativos puestos juntos no pueden ostentar tener tal cantidad de discípulos.

Él nunca dirigió un ejército ni reclutó un soldado, ni disparó un arma y todavía no hay líder que jamás haya tenido más voluntarios, los cuales bajo sus órdenes y sin necesidad de disparar un solo tiro, han hecho que muchos rebeldes se rindan y entreguen las armas. Jamás practicó psiquiatría y todavía Él ha sanado más corazones atribulados que todos los doctores en todas las épocas.

Cuando Él murió pocos hombres lloraron, pero un negro crespón oscureció el sol. Aunque los hombres no se conmovieron por sus propios pecados, lo más profundo de la tierra tembló bajo la carga. Toda la naturaleza lo veneró. Solo los pecadores lo rechazaron. La corrupción no pudo hacer presa de su cuerpo. La tierra que había sido teñida con su sangre no pudo reclamar el polvo de sus huesos.

Una vez cada semana las ruedas del comercio cesan en sus vueltas y multitudes se dirigen hacia diferentes asambleas para rendirle homenaje y veneración. Los nombres del pasado, soberbios estadistas, han llegado y han desaparecido. Los nombres de los científicos y filósofos de antaño también han figurado y se han ido, pero el nombre de Este hombre abunda y crece más y más. Aunque el tiempo ha puesto poco más de 2.000 años entre la gente de esta generación y la escena de su crucifixión, ÉL VIVE.

Herodes no pudo destruirlo y la tumba no pudo retenerlo. Él está colocado prominentemente sobre el más alto pináculo de la gloria celestial, proclamado por Dios, reconocido por los ángeles, adorado por los santos, temido por los demonios. Él, el Cristo viviente y personal, nuestro Señor y Salvador. Él es nuestro mejor maestro.

¿No le conoces aún?, ¿le conoces y estás lejos de Él?, ¿quieres saber más de Él?, la decisión es de un solo sentido porque Él ya la tomó, solo faltas tú. Acércate y conócele.

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:12

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