miércoles, 21 de enero de 2009

Todo lo puedo en Cristo

Filipenses 4:13 (RVA)
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.


Todos hemos ido a un circo alguna vez en nuestra vida, lo que a mí mas me gustaba eran los animales y me llamaba la atención el elefante. Este maravilloso animal hace un despliegue de su fuerza y su tamaño durante sus presentaciones, pero cuando termina su actuación quedaba sujeto solamente por una cadena que ataba una de sus patas a una pequeña estaca de madera clavada en el piso.

Aunque la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra, y la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que este animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Que lo mantiene atado entonces? ¿Por que no huye?

Si preguntas sobre este misterio alguien te dirá que el elefante no se escapa porque esta amaestrado, pero si esta amaestrado... ¿Por qué lo encadenan?

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Imagínate al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefante empujó, tiró y sudó tratando de soltarse, y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imagino que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro día y el que siguió. Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. Él tiene el registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás, jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez. Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... y nunca podré. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

Ni tu ni yo tenemos ya que estar atados a esas estacas, porque desde hace 2000 años hemos sido libertados de ellas, Dios nos ama tanto que dio a su hijo Cristo Jesús para que muriera en nuestro lugar en una cruz y nos libertara de esas estacas. Por eso puedes ahora decir: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece Filipenses 4:13

En Cristo Todo lo puedes, entonces ¿qué esperas para recibirle en tu corazón?. Recibe el amor que Cristo quiere brindarte y cuando lo tengas nada ni nadie te lo puede quitar. Por lo cual estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 8:39

No hay comentarios:

Publicar un comentario