lunes, 19 de enero de 2009

Amor Incondicional

Mateo 22:36-39 (DHH)

Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante...? ...Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente... Ama a tu prójimo como a ti mismo.


El soldado, quien finalmente regresaba a casa después de la guerra, llamó a sus padres a San Francisco y les dijo:

Mama y Papa, voy de regreso a casa, pero tengo un favor que pedirles. Tengo un amigo que quisiera llevar conmigo.

Claro Hijo, respondieron sus padres, nos encantaría conocerlo.

Pero hay algo que deben de saber, dijo el soldado, fue herido gravemente durante la guerra. Pisó una mina y perdió un brazo y una pierna. No tiene a donde ir, y yo quiero que se venga a vivir con nosotros.

Lamento escuchar eso hijo. Tal vez lo podamos ayudar a encontrar un lugar donde vivir.

No, Mama y Papa, yo quiero que viva con nosotros.

Hijo, dijo el papá, tu no sabes lo que estas pidiendo. Alguien con semejantes limitaciones seria una terrible carga para nosotros. Nosotros tenemos nuestras propias vidas y no podemos permitir que algo así nos interfiera. Yo creo que tu solo deberías venir a casa y olvidarte de ese muchacho. El encontrará una forma de vivir el solo.

A ese punto, el hijo colgó el teléfono. Los padres no escucharon nada mas de su hijo. Días después, recibieron una llamada del departamento de policía de San Francisco. Su hijo se había muerto después de caer de la azotea de un edificio. La policía dice que fue suicidio. Los devastados padres volaron hasta San Francisco y fueron llevados a la morgue para identificar el cuerpo de su hijo. Ellos lo reconocieron, pero para su horror, también descubrieron algo que no sabían, su hijo solo tenía un brazo y una pierna.

Sobran las palabras ante el horror del rechazo y de la falta de misericordia; cuando el amor debe estar libre de acomodamientos y condiciones, lo hacemos dependiente de nuestra comodidad y muchas veces de nuestra conveniencia.

Jesucristo hace aproximadamente 2000 años contó la historia de cómo un samaritano ayudó a un hombre que había sido herido por ladrones y tirado en el camino, un hombre que había sido rechazado por religiosos, personas que supuestamente eran buenas, o al menos así querían mostrarse, personas que iban a la iglesia y daban de lo que les sobraba, que hasta hacían donaciones a instituciones de caridad, pero con toda su bondad habían dejado de hacer el bien a alguien que lo necesitaba.

A veces nos jactamos de que somos buenos, que hacemos buenas obras, que no dañamos a nadie, que vivimos una vida sin tacha, ¿pero hemos examinado si hacemos el bien cuando tenemos la oportunidad de hacerlo?, o simplemente pasamos de largo ante la necesidad de muchos otros en aras de nuestra comodidad y seguridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario